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LA CRISIS DEL P.S.O.E.

El Gobierno intensifica la liberalización económica tras la ausencia de Guerra

Luis R. Aizpeolea

La ausencia de Alfonso Guerra del Gobierno, ha supuesto la desaparición de un freno en el proceso económico liberalizador, según aseguran fuentes del área económica de la Administración. Los terrenos en los que el Gobierno nacido en marzo ha avanzado más en este proceso han sido Agricultura e Industria. En Sanidad se han producido algunos intentos liberalizadores, que han quedado frustrados provisionalmente. Los equipos que han experimentado mayores cambios, han sido los de Agricultura, Sanidad y Obras Públicas.

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La batalla política se traslada ahora en exclusiva al terreno partidista del PSOE, y en los ámbitos de la Administración se teme que después del chispazo de Hunosa pueda saltar el conflicto en la cornisa cantábrica.El control de Alfonso Guerra sobre la comisión de subsecretarios y la presencia del guerrista Francisco Fernández Marugán en la comisión delegada de asuntos económicos, en su calidad de asesor de la Presidencia del Gobierno, suponían en el Ejecutivo anterior un cierto filtro a las medidas liberalizadoras que han desaparecido en el nuevo Gobierno. "No estamos por un liberalismo tonto y ciego", dice un ex ministro, irritado, que atribuye al ministro de Industria, Claudio Aranzadi., la divisa de que "la mejor política industrial es que no la haya". Sin embargo, otro ex ministro, Joaquín Almunia, que fue titular de Trabajo y Administraciones Públicas de 1982 a marzo de este año, matiza: "Todos los Gobiernos han sido liberalizadores porque hemos procurado la eficiencia en la empresa pública española. Me parece un error que se tilde de liberal a Solchaga, porque de ahí a decir que le tiene comido el coco a Felipe González no falta nada. La inmensa mayoría del partido estamos de acuerdo con la política económica del Gobierno".

Agricultura. El paso de Carlos Romero a Pedro Solbes al frente del Ministerio de Agricultura ha supuesto un cambio drástico. Solbes anunció la reducción a la mitad del 11% que representa la agricultura en la población activa española y lo está cumpliendo. Frente a la política proteccionista de su antecesor -cuyo objetivo era evitar el histórico conflicto en el campo, que temieron los socialistas al entrar en el Gobierno, y asegurar un respaldo electoral-, Pedro Solbes se ha lanzado a proceso de reconversión que ha afectado a sectores como el lechero del norte, que ha sido vendido a la Unión Láctea Normanda (ULN), o Tabacalera, que también ha vendido algunas de sus empresas a la misma institución. La nueva política de Solbes ha venido acompañada de un cambio drástico en los altos cargos del departamento. Sólo un secretario, general, Fernando Méndez, permanece del equipo de Romero.

Industria. El Ministerio de industria es otro de los departamentos que se han lanzado por la vía de la liberalización con el plan de saneamiento del Instituto Nacional de Industria (INI), que supondrá la privatización de las empresas más solventes del grupo -Iberia, Construcciones Aeronáuticas... y la reducción de dimensiones de los sectores más afectados por la crisis, como la minería y la siderurgia. El Plan Energético Nacional (PEN), la liberalización del monopolio. de Campsa y la Ley de Industria completan el paquete de medidas liberalizadoras, según el propio departamento.

Sanidad. Sin embargo, en el Ministerio de Sanidad, su titular, Julián García Valverde, ha tenido que paralizar su plan liberalizador. Su intento de hacer del Insalud una empresa pública contó con el veto de vanos de sus compañeros de Gobierno: los titulares de Trabajo, Luis Martínez Noval; Administraciones Públicas, Juan Manuel Eguiagaray, y de Economía y Hacienda, Carlos Solchaga. "Quiso meter todo un tren, en vez de un vagón, en los presupuestos", aseguran en el departamento de Economía. El veto no estaba, por tanto, en el aire liberalizador de las medidas, sino en problemas técnicos y de control político. "El ritmo de las reformas lo marca el Gobierno, no su departamento", fue el mensaje lacónico que recibió.

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El actual Gobierno teme más que nunca la crítica desde el partido. La intromisión de Alfonso Guerra en la batalla interna del PSOE en Madrid es un aviso de que el número dos del partido, pretende participar activamente en los conflictos. La complicada situación de la cornsa cantábrica en declive es uno de los puntos débiles del Gobierno, donde teme la batalla política.

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