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Militancia antiabortista

Miles de norteamericanas, engañadas por anuncios de falsas clínicas de aborto legal

Miles de mujeres de diferentes lugares de Estados Unidos están siendo engañadas por grupos antiabortistas, camuflados en las páginas amarillas como clínicas legales de interrupción del embarazo. En estos centros, los militantes radicales antiaborto utilizan todo tipo de tretas: enseñan a las embarazadas fotos de fetos troceados, las denuncian a sus padres si son adolescentes o les dicen que la prueba de embarazo es negativa para que se les pase el plazo legal para abortar. En el mejor de los casos, apelan a gritos a su conciencia para que no cometan un asesinato.

La voz de Jennifer Kraeger, ama de casa de Fenton, Misuri, de 30 años, todavía tiembla a través del teléfono cuando recuerda su historia. "Encontré el teléfono en las páginas amarillas, era el más llamativo. Dije que quería abortar y me dieron una cita. Me preguntaron si tenía hijos y me dijeron que podía llevar a mi hija de 10 meses. Me extrañó un poco, pero no tenía con quién dejarla".Jennifer recorrió los 25 kilómetros que separan su casa de la clínica, llevando la orina preceptiva para la prueba del embarazo. Cuando llegó se encontró con una mujer llamada Carol. "Iba vestida con una bata blanca. Me pidió que fuera viendo unas diapositivas mientras ella me hacía el análisis de embarazo", dice.

La luz de la sala se apagó y Jennifer empezó a ser bombardeada con imágenes y mensajes pro-vida. El estupor la mantuvo paralizada durante unos minutos; luego se levantó y, llena de rabia, apagó el proyector de golpe. Dentro de la máquina todavía quedaban unas 100 diapositvas. Esperaban convencerla con una hora de imágenes ensangrentadas y con doctrinas sobre la vida sagrada. "Salí de allí con mi hija en brazos, mientras Carol y otras mujeres me gritaban que si quería a mi hija viva por qué iba a asesinar al niño que esperaba", explica Jennifer, llena de ira.

"Les denuncié, pero no había habido intercambio económico, y entonces no se pudo hacer nada". Han pasado cuatro años y el anuncio sigue estando en las páginas amarillas con grandes letras, que dicen: "Información sobre abortos. Confidencial. Aceptamos adolescentes". A Jennifer le da escalofríos mirarlo.

"Dudo que nuestros centros utilicen este tipo de tácticas", explica Thomas Glessner, presidente del Consejo de Acción Cristiana (protestante), que ha establecido 425 centros de crisis de embarazo en todo el país.

Según explica Glessner, sus centros se manifiestan abiertamente pro-vida y ofrecen alternativas para que las mujeres reconsideren su decisión de abortar. Durante el pasado año, en sus centros se atendieron a 300.000 mujeres. De este total de consultas, 150.000 de las mujeres que acudieron estaban embarazadas. "El 75% de ellas decidió tener el hijo después de que las atendiéramos", explica el militante antiabortista.

Pérdidas económicas

Para Glessner, la razón por la cual los grupos que defienden el derecho al aborto han llevado este asunto ante un subcomité del Congreso de Estados Unidos es "por el dinero que pierden. Multiplique cada aborto que no han realizado debido a nuestra intervención. Han dejado de ganar 20 millones de dólares", explica.Para Ron Fitzsimmons, director de la Coalición Nacional de Centros de Abortos, que ha denunciado las prácticas violentas de algunos centros, no se trata de una cuestión de dinero; "la mitad de los abortos que realizamos son gratis".

Según el líder Pro-Choice, (Pro-Elección), "el problema es que abusan de mujeres sin recursos y, debido a su estado, emocionalmente débiles, para forzarlas a tomar una decisión contraria a su voluntad". "Estamos a favor de los centros contrarios al aborto que honestamente tratan de defender sus ideas, pero hay que acabar con los centros camuflados como abortistas, donde ocurren auténticas historias de terror", asegura.

El dirigente antiabortista Glessner considera que no hay nada malo en el hecho de que sus anuncios vayan encabezados bajo el nombre de clínicas en las páginas amarillas, a pesar de que los centros no cuentan con equipo médico, y en muchos casos son iniciativas caseras de un matrimonio antiabortista. A juicio del informe que, bajo la presidencia del representante de Oregón, Ron Wyden, elaboró la Comisión de Asuntos Menores del Congreso, los 2.000 centros de este tipo que existen en los 50 Estados partieron de la iniciativa de un manual que hizo la Fundación Pearson, en Misuri.

El subcomité del Congreso de Estados Unidos espera para el próximo mes una respuesta de las compañías telefónicas para evitar la confusión a la que índucen estos anuncios. En más de 200 directorios de páginas amarillas se han encontrado este tipo de centros. La jurisdicción que existe respecto a las actividades de clínicas fraudulentas apunta que sus actividades propagandísticas no es tán protegidas por la primera enmienda, que habla de la libertad de expresión. Pero su condición de centros no lucrativos impide en muchos casos que los tribunales actúen contra sus responsables.

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