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Reportaje:

La muerte de un cementerio

El histórico camposanto de San Isidro sufre un lamentable deterioro

Elsa Fernández-Santos

Un tal don Francisco López Ballestero inauguró en 1811 con su muerte el sacramental de San Isidro, el más ilustre camposanto de Madrid. Hoy este primitivo cementerio, oculto debajo del nuevo, se encuentra en un estado lamentable. Casi nadie baja las señoriales escaleras que conducen a las tumbas de aquella duquesa de Alba que inspiró las majas de Goya; la del general Diego de León, o de los Madrazo o de la propia familia Goya. Ni siquiera para ver la hermosa arquitectura de este lugar rodeado de restos de ataúdes, hierros, muros pintarrajeados, piedras y yerbajos.

Pablo García, un hombre de 44 años, menudo y con gafas, se paseaba ayer entre los escombros de este olvidado camposanto. "La historia me interesa y aquí están enterradas personalidades de mucho rango. Hoy he venido con mis padres para que vean y conozcan este lugar tan curioso. Se me cae el alma a los pies al ver el estado de este lugar". Mientras, sus padres, que le escuchan atentos, miran hacia los nichos que él apunta con un ramo de claveles rojos."Aquí están enterrados el teniente general Diego de León, algunos de los Madrazo, la Duquesa de Alba, ¡la Maja!, Andrea Isabel Tintero, que era la mujer que descubrió el cuadro de la Virgen de la Paloma, Francisco José de Goya Bayeu, el hijo de Goya, y Gumersinda Goicoechea de Goya, la nuera, y más personajes", dice. "Éste es un lugar muy curioso que deberían arreglarlo o derruirlo, pero no dejarlo así", añade en voz muy baja, intentando respetar el silencio sagrado (pero cinco niñas vestidas con ropa deportiva, lo rompen con un repentino griterío).

"Vivimos cerca y hemos venido algunas veces", dice Cristina, una rubia de 12 años. "La primera vez vinimos diez chicas juntas porque nos daba mucho miedo. Ahora no nos asusta tanto". Este viejo cementerio consta de tres pequeños patios rodeados de nichos. En los jardines, invadidos por plantas secas y cardos, también anidan las tumbas y en los muros se han escrito unas pintadas. "Aquí yace mi padre", dicen unas groseras letras negras. "Juani, Pep, Estrella", se lee en otra pared. Grabado con un objeto punzante, está escrito el nombre de un grupo de rock: The Cure. En uno de los tejados rotos se quedó colgado un balón de fútbol azul, y de uno de los nichos sobresalen, entre tierra y mármol, los restos de un ataúd. "Aquí debe venir gente muy rara. A saber qué hacen", dice con tono respetuoso Hortensia, la madre de Pablo.

Un hombre que vende flores dentro del cementerio se sorprendió al ver que se podía bajar sin problemas al viejo lugar. "Es un lugar que nadie visita desde hace años. Además, yo pensaba que no se podía bajar", dice. "Ese es el primitivo Sacramental, y nadie baja, lo miran desde lejos pero ahí no hay nada", añade un guarda del lugar que está acondicionando algunos de los panteones de la zona nueva, en los altos del cementerio.

En la mañana de ayer, el día en que se depositan más flores en los cementerios- los claverles rojos y los crisantemos blancos se agotaron en la mayoría de los camposantos de Madrid-, sólo uno de los ilustres de este histórico lugar, el teniente general Diego de León, recibió visita: dos ramos de margaritas amarillas adomaban la destruida lápida de su nicho.

Tuvieron mejor trato los difuntos de otros cementerios. En la Almudena, por ejemplo, la lápida del alcalde Enrique Tierno estaba rodeada de flores. Igual ocurría con la de Dolores Ibarruri, Pasionaria, ex presidenta del PCE. Y con la del diestro José Cubero, Yiyo, muerto en el ruedo hace media decena de años.

No alcanzaron tal suerte los muertos de esta zona desangelada de San Isidro, donde sólo las margaritas amarillas sobre la lápida destruida de Diego de León daban un poco de vida al inquietante y desolado lugar.

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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