Un 'goya' del Prado, dañado con un objeto punzante
El agresor de 'Pastor tocando la dulzaina' no ha sido identificado
Pastor tocando la dulzaina, de Goya, tuvo que ser retirado ayer de la sala en la que se encuentra en el Museo del Prado, en Madrid, tras sufrir una agresión con un objeto "no demasiado punzante", en palabras de Vicente Felipe Gerín, director del museo. Gerín ha solicitado un informe al jefe de seguridad para localizar al agresor, que podría ser tanto un perturbado como, accidentalmente, un miembro del servicio de limpieza, según las primeras estimaciones. Gerín informó que tras el paso del cuadro por los talleres de restauración hoy será expuesto de nuevo.
"Van a por Goya", decía alarmado un miembro del equipo de vigilancia, compuesto por cerca de 200 personas. Se refería a otra agresión, hace años, tras la que un Autorretrato del pintor apareció con unos bigotes que no figuraban en el original.El director del Prado y el jefe de seguridad, Enrique de la Puente, no fueron tan alarmistas, y especularon con un accidente cuyo responsable no hubiera dado parte por temor. Ayer por la mañana, en una de las revisiones diarias, un vigilante de seguridad observó en la sala 23 "una rayadura", en expresión de Gerín, en la obra Pastor tocando la dulzaina, uno de los cartones para tapices pintados por Goya en 1786.
El óleo, de 1,30 x 1,31 metros, presenta un rasguño, sobre la mano en la que se apoya el personaje, que afecta "a la capa de barniz y ligeramente a la capa pictórica", según el director, que no precisó el tamaño. Según trabajadores del museo, es de 20 centímetros.
En las cinco salas del corredor donde cuelga habitualmente el Goya dañado, ayer por la tarde había dos vigilantes, y sólo uno en un momento determinado. En total, 44 cuadros.
Gerín dijo que la vigilancia es suficiente y los sistemas de seguridad adecuados; explicó que aunque hubiera dos vigilantes por sala la acción de un loco no se puede parar, y aludió al reciente martillazo al dedo gordo del muy vigilado David de Miguel Ángel. Añadió que la política del Prado es "cerrar salas cuando hay carencia de personal, antes que apurar la vigilancia".
Babelia
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