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Pina Bausch estrena su obra inspirada en Madrid sin un titulo definitivo

Andrés Fernández Rubio

Pina Bausch celebra hoy en Madrid, sobre el escenario del teatro de la Zarzuela, el estreno mundial de la coreografía que esta ciudad le ha inspirado. Coproducida entre el Festival de Otoño y la compañía que Bausch dirige, Tanztheater Wuppertal, la coreógrafa alemana ofrece su último trabajo con un título provisional: Tanzabend II. Bausch busca un nombre definitivo que logre condensar las tres palabras con las que una de sus bailarinas definió España: "Flamenco, torero, Picasso".

Pina Bausch habló ayer sobre su nueva obra sin contar apenas nada sobre ella, respondió a las preguntas vagamente e incluso de forma inconexa (en una especie de monólogo a bajo volumen), y se aferró casi en todo momento a un cigarrillo. Mujer difícil para periodistas, no piensan así los fotógrafos. Para sus objetivos, el físico de Pina Bausch es una fiel expresión de su enorme talento, una exquisitez que despliega las manos."El día que presenté este proyecto en Madrid el pasado enero", comenzó diciendo, "fue el primero de la guerra del Golfo. Hoy [por ayer] comienza una conferencia de paz y casi no puedo hablar porque me emo ciono".

La experiencia de la guerra marcó los lazos que ella y los 38 miembros de su compañía esta blecieron con Madrid. "Vinimos para trabajar tres semanas y juntar todas nuestras impresiones, vivencias, y emociones en esta ciudad para ponerlas dentro de la pieza. Pero en ese momento, inesperadamente, empezó una guerra. Fue paralizante, nos quedamos muy afectados y nos dimos cuenta de que ya no se podía hacer el trabajo de la misma manera".

Durante esos días, la coreógrafa se empapó de Madrid bajo la triste sombra de la guerra y la ausencia de su hijo Salomón, de nueve anos. Podría marcarse una Ruta Bausch que llega, durante el día, desde el Pozo del Tío Raimundo y los barrios periféricos hasta los pueblos de la sierra o el bar de Madrid en el que a mediodía se canta una Salve.

Artista noctámbula, la ruta de noche pasó por restaurantes y casas de comidas, bares diversos de Echegaray y Huertas o una sesión de flamenco en el San Juan Evangelista. La madrugada (hubo días que duraron hasta las siete de la mañana), tuvo su sede central en El Candela, local flamenco de la calle Olivar. Allí, y en sus conversaciones con Carmen Cortés, Carmen Linares y otros nombres del flamenco, Pina Bausch encontró lo que buscaba: "A veces voy a por la música y ya no existe, ya no pertenece a la vida normal. Pero aquí la música como necesidad existe todavía, y eso es fantástico".

El resultado de su experiencia madrileña se podrá ver a partir de hoy en un espectáculo con 23 bailarines, entre ellos la española Nazareth Panadero. Las músicas utilizadas son muy diversas: desde Lamentos de España hasta ritmos marroquíes, egipcios, de África del Sur o del Brasil.

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