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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un hermoso cuento cruel

Alas de mariposa

Dirección: Juanma Bajo Ulloa. Guión: J. y Eduardo Bajo Ulloa. Fotografía: Altor Mantxoa y Enric Daví. Música: Bingen Mendizábal.

Producción: J. Bajo Ulloa y Joseba Nafarrate para Gazteiko Zinema, España, 1991. Intérpretes: Sílvia Munt, Fernando Valverde, Susana García, Laura Vaquero, Txema Blasco, Alberto Martín Aranaga. Estreno en Madrid salas Renoir (Cuatro Caminos), Renoir (plaza de España), Palacio de la Música, Aluche.

Debú en el largometraje comercial de Juanma Bajo Ulloa, un joven (24 años) gazteitarra ya veterano en las lides cinematográficas, y reciente -y muy merecida- Concha de Oro del Festival de San Sebastián. Alas de mariposa es una patética, sorda sonata para tres instrumentos y en cuatro movimientos. En el primero de ellos, Ami, una niña de seis años, vive junto a su madre una existencia relativamente plácida: es atenta, sensible, dibuja bien y tiene en lo pictórico la mejor forma de comunicar sus sentimientos. Una sombra se cierne, no obstante, sobre su vida: la llegada del vástago varón, que su padre, pero sobre todo su madre (que cree que su progenie está maldita por alguna oscura razón) ansian desde antiguo.Un segundo movimiento se inicia con la llegada del niño: madre e hija, antes en constante comunicación afectiva, se sitúan ahora en bandos opuestos. Los celos de la niña, brutalmente desplazada del cariño más elemental por su madre, la llevarán a tomar una determinación igualmente brutal y que marcará el resto de su vida. El tercer movimiento se inicia 13 años más tarde. Ami es una adolescente áspera, torturada y recluida en un mundo de pesadilla.

Dos mujeres

Sigue expresándose, aunque para nadie, mediante el arte, pero ahora construye macabros insectos gigantes con lo que su padre, solícito, le trae cada día de entre los restos de basura que recoge con el camión municipal. Su madre es para ella una extraña, y la comunicación entre ambas se limita a cuatro fases rutinarias. Obligadas a convivir entre las mismas míseras paredes de su casa, las dos mujeres se odian mortalmente. La abrupta, indeseada maternidad de Ami cambia drásticamente las cosas e inicia el corto movimiento final del filme.

Hablar de rigor en la puesta en escena, de madurez narrativa o de otros argumentos más o menos socorridos, aunque en todo caso pertinentes, para referirse a Alas de mariposa, es bien poco ante la calculada fuerza de sus imágenes, la hondura del sentimiento que convoca, la limpidez con que desarrolla su atroz historia.

Juanma Bajo Ulloa y su hermano Eduardo, corresponsables del guión, se han esforzado por narrar un cuento cruel que apela al más estricto realismo y a él permanece fiel hasta el fin. La historia de una familia cualquiera, en una ciudad pequeña y en un tiempo poco determinado traspasan el localismo y terminan erigiéndose en una lúcida reflexión de alcance universal sobre los mecanismos por los cuales se transmite, desarrolla, perturba el amor.

Complicidad

En el fondo, poco importa si el filme discurre durante el franquismo, como resulta claro. En todo caso, las visiones del mundo que transmiten sus personajes, todos interpretados a la perfección, (pero con una Silvia Munt sencillamente insuperable), su ideología más profunda vienen de antes, su feroz carga se arrastra desde mucho más atrás, y se perpetúa (con ese estremecedor plano final que une a las dos mujeres por encima de viejos rencores, en la complicidad de la maternidad) por tortuosos, imprevisibles caminos alejados de la razón. Caminos que se llaman culpa, amor primario y ancestral, solidaridad filial, desesperación.

El sostenido tono narrativo de Alas de mariposa adolece tan sólo de algún leve desfallecimiento, por ejemplo, la poca elegancia con que resuelve el embarazo de Ami que, no obstante, se justifica por su funcionalidad, necesaria para el avance de la anécdota. Pero en todo caso, el filme es la mejor sorpresa que el cine vasco (y el español: Fernando Trueba es el productor asociado) ha ofrecido a sus sufridos seguidores en los últimos años.

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