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LA CRISIS INDUSTRIAL ASTURIANA

Nacida para la crisis

Hunosa, creada en 1967 de explotaciones privadas, sufre un déficit estructural permanente

Miguel Ángel Noceda

El pasado verano, en la puesta de largo del Plan de Futuro de Hulleras del Norte (Hunosa), los responsables del Instituto Nacional de Industria (INI) comentaron en público que "Hunosa es el PER [Plan de Empleo Rural] de Asturias". La frase, que recogieron al día siguiente todos los rotativos, crispó a las fuerzas sociales del Principado, desde el partido encargado de las administraciones central y regional (el PSOE) hasta el obispado de Oviedo. El plan ha provocado enfrentamientos en el PSOE y es la principal causa de la huelga que paralizará mañana Asturias.

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La beligerancia llegó a la descalificación personal de los máximos directivos del INI, y aunque aunque fuera a las bravas, reflejaba el clima que se vive en la región norteña desde que se conocieron los nuevos planes. Creó un malestar que vino a encrespar los ánimos de un pueblo que -principalmente por su alta dependencia de empresas públicas- ha sido uno de los más castigados por la reconversión industrial (siderurgia y naval, principalmente) y que, a cambio, ha recibido escasamente nueva industria.Hunosa, precisamente, nunca entró en la reconversión, aunque, su crisis coincide con la fecha de su nacimiento y ha permanecido durante toda su vida. Por ello se explica que paulatinamente haya ido reduciendo personal. De los más de 26.000 personas que trabajaban en la empresa cuando se creó en 1967, a final de 1990 la plantilla se situaba en 18.380 y, en estos momentos, en 17.600.

De hecho, Hunosa ya ha vivido tres planes de viabilidad. El actual Plan de Futuro, que es el cuarto, plantea la reducción de 5.950 personas (excedentes de 6.600 y admisión de 650 nuevos empleados) y el cierre de nueve de los 23 pozos. El plan supone un desembolso de 250.000 millones de pesetas y, según Hunosa, se ajusta a las exigencias mínimas de la CE para subvenciones a empresas con contrato-programas.

Ha sido la exigencia de Bruselas la que ha servido de excusa al Gobierno para presentar un plan drástico que hasta ahora no se había atrevido, a pesar de reconocer su necesidad y de que le lleva a un enfrentamiento frontal con toda la región. En ese sentido, fue significativa la intervención de Felipe González, que hizo cambiar de talante al presidente regional, Juan Luis Rodríguez Vigil. González, en una reunión en La Moncloa, le recomendó que se olvidara del mete-saca (tradición de Hunosa, por la que por cada minero jubilado entraba un nuevo empleado; luego fue de dos por uno).Ahora, esta tradición se pierde, aunque los sindicatos piden, además de que se prolongue el plan hasta el año 2000, que se admitan hasta 2.000 nuevos empleados por las 6.600 bajas propuestas; que la Seguridad Social se haga cargo de los vales (cupos de carbón que se entregan gratis a los mineros); asunción por el BCI de deudas por 35.000 millones, entre otras medidas.

En definitiva, unos y otros admiten que Hunosa arrastra una situación deficitaria que es estructural. Hunosa, de cuya existencia dependen nueve ayuntamientos y más de 200.000 personas, es el reflejo del declive de la minería en España y, en concreto, del carbón subterráneo. Se creó como consecuencia de que los empresarios privados, que se habían enriquecido en las etapas de vacas gordas del carbón, fueron dejando sus explotaciones y el Estado se vio obligado a agruparlas en Hunosa. Desde entonces, ha ido acumulando pérdidas y recibiendo subvenciones, que, según la empresa, se elevan a 980.000 millones de pesetas.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Noceda
Corresponsal económico de EL PAÍS, en el que cumple ya 32 años y fue redactor-jefe de Economía durante 13. Es autor de los libros Radiografía del Empresariado Español y La Economía de la Democracia, este junto a los exministros Solchaga, Solbes y De Guindos. Recibió el premio de Periodismo Económico de la Asociación de Periodistas Europeos.

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