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Entrevista:

"Escribo contra mi mísmo porque necesito romper con lo que he hecho"

XAVIER MORET La novela ganadora del Planeta, El jinete polaco, es un grueso volumen de cerca de 600 páginas en el que el escritor jiennense ha querido romper con su obra anterior, las novelas Beatus Ille (1986), El invierno en Lisboa (1987) y Beltenebros (1989), todas ellas éxitos de venta y de crítica. "En este libro", afirma, "no hay ni jazz, ni cine, dos de las etiquetas que me han colgado los críticos". "Además", agrega satisfecho, "no puede hacerse ninguna versión cinematográfica ni atrapa al lector desde la primera frase". Muñoz Molina ha roto, pues, con su obra anterior y ha escrito una ambiciosa crónica del desarraigo.

Pregunta. Diríase que ha cambiado bruscamente de línea.

Respuesta. Cuando terminé Beltenebros me di cuenta de que por allí no llegaba a ningún sitio. Vi que debía dar un salto y para hacerlo retrocedí a mi primera novela, Beatus Ille. En Beatus Ille me volqué a un cierto pasado y, al terminarla, salí de allí pitando y emprendí la dirección del presente en El invierno en Lisboa. En la nueva novela vi que para contar la verdad como es hoy debía contar con las dos direcciones: el pasado y el presente.

P. ¿Las referencias culturales siguen estando presentes?

R. La verdad es que estaba hasta las narices de escribir utilizando tantos temas culturalistas. No quiero decir que me haya vuelto naïf, pero la Ficción tiene que ser soberana.

P. La noche del Planeta manifestó que había tenido que esquivar el garciamarquismo. ¿Qué quería decir con eso?

R. Yo quería contar una historia familiar en un pueblo pequeño, con padres e hijos, pero siempre que me ponía se me iba la mano y me salía una novela suramericana. He estado años con ese problema, ya que la empecé a los 19. Al final di con el personaje, un cateto de pueblo como yo que se va a Chicago y se siente allí más perdido que una mosca. Es un personaje capaz de ir por Nueva York y estar canturreando una canción de Antonio Molina. Y es que, al fin y al cabo, todos somos una extraña mezcla de cateto y de yeyé. Ha ocurrido que hemos hecho el tránsito de una sociedad arcaica a una moderna y eso explica muchas cosas, entre ellas el desarraigo de la gente.

P. Cómo ha organizado la novela?

R. El jiinete polaco tiene trespartes. La primera, El reino de las voces, termina en la infancia del protagonista, y en ella se dejan oír las voces de sus antepasados. La segunda parte se titula Jinetes en la tormenta, por la canción de Jim Morrison, y en ella aparece el protagonista con 17 años, con el pelo largo, cuando quiere ser estrella de rock. En la tercera parte estamos ya en 1991, y el protagonista es un traductor a punto de cumplir 35 años. No hay transiciones entre una y otra parte ni está escrita de manera lineal. Es un libro bastante jovial, con ironía, con risas. Quería contar las cosas como han sido, sin rigideces culturales.

P. ¿Por qué se presentó al Premio Planeta?

R. Era como una vuelta de tuerca, ya que me presenté con una novela que, en principio, nadie consideraba que estuviera preparada para este fin. No es una narrativa tradicional, lineal, que tiende a lo confortable, sino que es la novela más brutal, más descarada y más dura que he hecho. Vamos a ver lo que pasa.

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