Drogas, racismo, justicieros...
No sé si me será posible explicar lo que estoy sintiendo ahora mismo mientras escucho un programa de radio en el que los oyentes opinan sobre el racismo, pero jamás sentí tan claramente la falsedad de las razones que esgrimen los racistas.Habla un hombre, pobre hombre, de Villaverde diciendo que ya está bien de que se acuerden de su barrio sólo. para lo malo, y que él no es racista, pero que distribuyan a los gitanos también por otros lugares, que ya está bien de ser tontos. Estoy completamente seguro de que este hombre es un emigrante, que llegó de otro lugar de España y que se asentó hace 20, 30 o 40 años allí. ¿Qué le hubiese parecido si entonces los pueblerinos hubiesen salido a la calle con horcas y hachas gritando que se fueran a su pueblo los que como él llegaban forzados por las circunstancias?
¿Es que no se da cuenta de que el gitano es una persona humana como él, que tiene también derecho a un resguardo? Bastante desgracia tiene, como él, con tener que vivir en un piso en un bloque de cemento en un barrio contaminado hasta el vómito.
Después llama una señora, pobre señora, que llama desechos humanos a los negros que tienen la desgracia de tener que malvivir a la intemperie en la dura y horrible ciudad. ¿Si los. blancos no hubiésemos puesto nuestras manos negras, nuestras codiciosas almas blancas en sus vírgenes tierras, tendrían que haber emigrado?
No tenemos más que lo que nos merecemos, y si no lo aceptamos, si no somos capaces de blanquear nuestros corazones y de aceptar la negritud de nuestras almas, ahora que aún tenemos tiempo, nos estaremos acercando irremediablemente, y para nuestra propia desgracia, al más indeseable de los futuros. Si queremos otro Hitler, no hay duda de que lo tendremos.-
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