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Privilegios

Los miembros del Congreso de EE UU esperan que se les dé el, trato de honorables, pero tal pretensión parece un tanto baladí. Primero vino el escándalo de los cheques sin fondos (...). A continuación se hablé del dispendio del restaurante del Congreso (...). de pronto, desde el cómico al locutor de radio, del editorialista de prensa al cartero, todos hablaban de lo mismo: cómo pueden los congresistas equilibrar un presupuesto y gastar adecuadamente el dinero de los impuestos si no pueden siquiera cuadrar sus talonarios o moderar la cuenta de su mesa. (...) No faltan excusas por parte de quienes defienden los privilegios. Muchos legisladores ven el servicio público como una especie de sacrificio: si fueran abogados en ejercicio, ganarían varias veces el sueldo que se llevan a casa ahora.(...). Cuando los trabajadores sin seguridad social viven con el miedo de que una enfermedad barra de un golpe los ahorros de su vida, es indignante oír que la farmacia del Congreso distribuye medicinas gratis, por no hablar de su ambulancia privada (...). Cuando a las familias que escurren un dólar hasta que grita el águila no les llega para un corte de pelo, el peluquero del Congreso adquiere un simbolismo especial. Cuando hay jóvenes familias que no consiguen un crédito hipotecario para comprarse una casa, la idea de créditos sin interés para los legisladores tiene que provocar resentimiento.

12 de octubre

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