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El color de la 'belle époque'

Londres establece la importancia pictórica de Toulouse-Lautrec en una retrospectiva

Enric González

Toulouse-Lautrec (1864-1901) es Montmartre, el Moulin Rouge y el París agitado de finales del siglo XIX que plasmó en carteles e ilustraciones. Pero es también un pintor de una calidad incuestionable, según se muestra en la gran retrospectiva que hoy se abre al público en la Hayward Gallery del South Bank Centre londinense, junto al Támesis, no muy lejos de la antigua galería donde el propio artista presentó su obra en 1898 al público inglés.

La exposición de Toulouse-Lautrec, considerada la más extensa presentada nunca -con un total de 171 piezas-, estará en Londres hasta el 19 de enero. Luego se trasladará a París, donde será alojada en el Grand Palais desde el 18 de febrero hasta el 1 de junio del año próximo. La investigación sobre el pintor efectuada paralelamente a la organización de la muestra revela, según los responsables de la Hayward Gallery, que Toulouse-Lautrec no era el pintoresco enano bohemio y desordenado que ha quedado en la leyenda del viejo París. Al contrario, todo parece indicar que era un pintor organizado y atento a las novedades técnicas, preocupado por la opinión de los críticos y muy amistosamente relacionado con sus colegas pintores y con numerosos miembros de la clase dirigente francés.

La versión de que se trataba de un personaje atormentado por su deformidad y abocado a la autodestrucción no encaja con lo que revelan sus cartas y escritos personales, que le muestran como un hombre simpático, optimista y generoso, a veces tendente a la egomanía.

Caricaturas

Su tendencia a la caricatura emanaba, según el profesor Richard Thomson, director de la exposición, no de un supuesto pesimismo personal, sino más bien de la corriente naturalista que dominaba los ambientes intelectuales parisienses de la época y a la que él se había vinculado desde la adolescencia, y de sus portentosas facultades de observación. Nacido en Albi (sur de Francia) en 1864, sus padres, aristócratas locales, eran primos carnales. A esta consanguinidad se atribuye la indeterminada enfermedad ósea que padecía. A los 13 años se fracturó una pierna, a los 14 la otra. Ninguna de las dos creció a partir de ese momento, y a pesar de su robusta constitución no llegó a superar en la madurez el metro y medio de estatura. Sus problemas físicos le permitieron olvidar los estudios y dedicarse plenamente al dibujo.

Antes de los 20 años trabajaba ya en el taller parisiense del pintor Fernánd Cormon, donde permaneció tres años y donde coincidió con otros jóvenes prometedores, uno de ellos el neerlandés Vincent van Gogh.

Toulouse-Lautrec es identificado usualmente con sus carteles publicitarios, sus retratos de prostitutas y bailarinas, sus grabados y sus litografías. La muestra londinense reúne sus principales obras en estos terrenos (Aristide Bruant dans son cabaret, Le sofa, Le moulin rouge) con los correspondientes borradores previos, pero presenta también al Toulouse-Lautrec de las sofisticadas composiciones grupales al óleo, de los retratos calificables pictóricamente de serios, y de las estampas rurales de sus primeros años. Y también está en la exposición el Toulouse-Lautrec de la última época (murió en 1901, a los 36 años), atormentado por la sífilis y sumido en el alcoholismo, moralmente quebrado por el asunto Dreyfuss y el antisemitismo aparecido en Francia, obsesionado con las pinturas de Rembrandt y Velázquez y preocupado por mejorar su estilo y por dejar una obra que fuera considerada realmente importante por la historia.

Fase decadente

Algunos críticos consideran decadente esta fase, reflejada en obras como las contenidas en la serie circense, Mesalina o el Examen en la Facultad de Medicina; otros la señalan como un nuevo y prometedor punto de partida, frustrado por la temprana muerte de este atormentado artista.La recopilación de obras del pintor francés ha sido dirigida por el profesor Richard Thomson, de la Universidad de Manchester, en colaboración con la Réunion des Musées Nationaux y el Musée d'Orsay franceses.

El grupo Pearson (propietario de empresas como la editora del diario económico Financial Times, la editorial Penguin y el Museo de Madame Tussaud) ha financiado gran parte de los gastos de la muestra, cuyas piezas proceden de museos y colecciones particulares situados en Estados Unidos, Brasil, Rusia, Francia, Japón y otros países.

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