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LAS DROGAS Y EL RACISMO

30 padres 'cierran' un colegio que acoge a gitanos

Francisco Peregil

"Los niños gitanos tocan las palmas en clase, bailan encima de las mesas y no le hacen caso a la señorita, con lo cual ni aprenden ni dejan aprender a los nuestros". Ésa era una de las razones que alegaron ayer las madres del colegio República de Brasil, cercano al barrio de Villaverde, para impedir que sus hijos entraran a clase. Al final no entraron ni los suyos ni los otros, porque lograron convencer a los demás padres.

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Unos 500 niños disfrutaron de un recreo que se prolongó toda la mañana mientras padres y profesores debatían en asamblea la continuidad de las clases, con el racismo y las drogas como temas dominantes en cada intervención.El director del centro, Francisco Sánchez, dijo que los padres organizaron un piquete para convencer al resto de los payos. "Por la mañana sólo entraron los gitanos, y por la tarde muy pocos payos".

Algunas madres, las menos, se quejaban de que los niños gitanos introducen drogas en las clases y acostumbran a propinar palizas a sus vástagos con relativa frecuencia. Sin embargo, la mayoría opinaba que las peleas son comunes en todos los colegios y que nunca se había demostrado que ningún niño tuviera droga.

Vicente, un profesor del centro que prefiere no dar a conocer su apel1ido, indicó que la cuestión de fondo es que los niños gitanos están desatendidos. "No les prestamos atención, porque en una clase de 20 niños no te puedes dedicar a tres que tienen un nivel notablemente inferior. Les damos un lápiz y un papel y que hagan lo que quieran. Los pobres se aburren, se frustan y te boicotean la clase, pero es que si a mí me hicieran lo mismo respondería igual. Necesitamos tres profesores de apoyo, pero fuimos al Ministerio de Educación y allí nos dijeron que se los pidiéramos a Carlos Solchaga" (el ministro de Economía, que ha establecido un recorte presupuestario).

Rechazo

De los 550 alumnos matriculados, 20 son gitanos integrados en el pueblo y 80 proceden de las casas prefabricadas del barrio de Torregrosa, pero de estos últimos sólo 40 asisten con cierta regularidad. "Entre los gitanos del pueblo y los de Torrregrosa", comentó otro profesor, "no existe tampoco ningún tipo de unión. Se evitan y rechazan. Sin embargo, los de Torregrosa, se apiñan en un clan".El citado profesor cuenta que el otro día se corrió el bulo en el colegio de que habían quemado una casa de Torregrosa y todos los alumnos que viven allí se apiñaron llorando para ir a sus casas a ver que ocurría.

"Yo estaba con un niño de Torregrosa", indica el maestro, y le dije: 'mira, no te vayas porque estoy seguro de que es mentira'. Fue un bulo, pero sus amigos de Torregrosa se habían congregado en la puerta y le tuve que decir que se fuera, porque no lo iban a dejar tranquilo. Hasta ese punto funciona el clan de Torregrosa".

A la asamblea de ayer asistieron 80 madres, una decena de ellas gitanas, y después de horas de debate no se alcanzó ninguna conclusión.

La mayoría de los maestros indicó que la razón que ocasionó el piquete de la mañana fueron las becas de comedor del colegio. "Aquí, normalmente come todo el que pide la beca, pero este año había mucha gente y hemos tenido que retirar a unos 40. En su mayoría, los padres de esos 40 son los que han organizado esto". Casualmente, a los gitanos no se les retiró la beca.

Un profesor de apoyo, dedicado a la integración de los niños gitanos, indicó en la asamblea que en los últimos días ha visto impotente cómo varios ni¡íos gitanos saltaban las vallas llorando para irse a sus casas, después de que les pegasen. "La culpa", añadió el docente, "es nuestra algunas veces".

"Otra cosa", dijo el director del centro, "es que los maestros que designan aquí no tienen ninguna preparacion para tratar a la población marginal. Cuando les dan a elegir entre éste y otros, se marchan a otros colegios. Raro es el maestro que se queda varios años aquí".

Un representante del Consorclo de Realojamiento para la Población Marginal apostilló al director del centro: "No sé cómo vienen estos chicos gitanos aquí, después de que se les inculca una cultura y hábitos que no son los suyos y después de que se les trata así".

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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