La crisis del mercado del arte amenaza la feria de París

Pintores, escultores y galeristas de Occidente contienen la respiración a la espera de los resultados económicos de la 18ª edición de la Feria Internacional del Arte Contemporáneo (FIAC), inaugurada ayer en París. La FIAC debe confirmar o desmentir el temor de que el mercado haya entrado en una gran crisis.

Los organizadores de la FIAC confiesan de antemano su pesimismo. Una cifra de negocios semejante a la del pasado año, dicen, no representará un mal resultado. Un ligero incremento, añaden, será todo un balón de oxígeno. En el otoño de 1990, en plena crisis del Golfo, la FIAC cerró sus puertas habiendo efectuado transacciones por un total de 300 millones de francos (unos 5.70,0 millones de pesetas), 100 millones menos que en 1989.En cualquier caso, los galeristas parísienses coinciden en proclamar el descenso de la fiebre especulativa de los últimos años de la década de los ochenta, que llegó a multiplicar por 10 los precios de los clásicos y las promesas del arte contemporáneo. Los galeristas conjugan ya en pasado aquellos buenos tiempos en que los yuppies enriquecidos compraban cualquier cosa a cualquier precio.

A la depresión internacional del mercado de arte se añade en Francia el agravante del reciente aumento del impuesto sobre la venta de obras de arte. El IVA sobre transacciones artísticas ha pasado del 5,58% al 18,6%, un porcentaje que dobla el de países como Bélgica, Holanda, Suiza o Alemania y supera incluso el 17% del Reino Unido.

En 15.000 metros cuadrados del Grand Palais exponen este año 197 galerías, una cifra más o menos semejante a la de 1990. La mayoría de esos expositores son franceses. Bélgica es el país que aporta más entusiasmo a la presente FIAC. A contracorriente, ese país vive una auténtica pasión por la colección de obras de arte, fenómeno que coincide con la existencia de un grupo de artistas originales como Jan Vercruysse, Didier Vermeiren o Thierry de Cordier.