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El ejercicio libre de la Prostitución divide al movimiento feminista

La UGT no está dispuesta a admitir la sindicación de las prostitutas por considerar que la prostitución no es una actividad laboral. Éste es sólo un botón de muestra de la polémica recién abierta en el seno del movimiento feminista, después de varios años de silencio, sobre un tema considerado tabú, entre las partidarias de defender la prostitución como una opción libre para las mujeres y aquellas que lo consideran un oficio degradante.

Un debate celebrado esta semana bajo el epígrafe Las prostitutas también son mujeres sirvió a las representantes de distintos grupos feministas para hacer autocrítica del silencio que ha guardado el movimiento en torno a este tema durante años."Partíamos de condenar la prostitución por degradante y porque degradaba a quien la ejercía; nos proponíamos que tenía que desaparecer y nos acercábamos a ellas como las víctimas de una sociedad patriarcal", reconoció Cristina Garaizábal, miembro de la comisión antiagresiones del movimiento feminista. "Nuestra postura hoy es clara", añadió, "no hacemos ningún cuestionamiento al libre derecho de la mujer a prostituirse".

La organización de las propias prostitutas, especialmente las italianas, y las manifestaciones públicas de algunas de ellas asumiendo su actividad como una opción libre han removido los sólidos cimientos de estas consideraciones. No hace mucho que los grupos feministas se decidieron a escuchar declaraciones como las efectuadas hace un año en Madrid por la prostituta italiana Carla Corso: había elegido su profesión; no tenía intención de cambiarla y además le reportaba un dinero que de ningún modo podría obtener con su nivel de preparación. Para algunas mujeres, este último argumento es suriciente para elegir prostituirse.

El resultado se ha traducido en la adopción de distintas posturas por parte de las feministas, basadas en la distinta considerá ión que cada grupo tiene del móvil de las mujeres para elegir la prostitución.

Para Asunción Miura, abogada y miembro de la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a la Mujer, la prostitución es todavía "una de las últimas formas de esclavitud de nuestro tiempo", y entiende que a las personas que la ejercen "les ha faltado respaldo socio-familiar para elegir otra actividad en la vida". Desde este punto de vista apostó por la búsqueda de otros mecanismos para la erradicación de las causas que llevan a la prostitución.

Actividad laboral

Muchas feministas prefieren definir el ejercicio de la prostitución bajo el eufemismo de "actividad", porque parte de ellas no está dispuesta a considerarlo un trabajo con todos los derechos que ello entraña. "La prostituta mercantiliza su cuerpo; el obrero vende su fuerza de trabajo", marcó la diferencia Asunción Miura.Desde el foro, una representante de UGT anunció tajantemente que esta organización no admite la sindicación del las prostitutas como tales "porque no realizan un trabajo". A su vez, Amparo Comas, asistenta social y trabajadora de un programa de atención a prostitutas, rechazó la "profesionalización" de este sector. "Si pedimos reglas, los más fuertes van a ser los otros", dijo, haciendo hincapié en que la reglamentación se está pidiendo simultáneamente desde sectores políticos y grupos feministas, "pero con diferentes deseos".

Una forma de reglamentación es la cartilla sanitaria. A juicio de Amparo Comas, además de estigmatizar a las prostitutas, liberando al cliente de responsabilidad, es ineficaz desde el punto de vista médico.

Después de un largo silencio, el movimiento feminista ha abierto un debate que enfrenta a las propias mujeres. Por ello, Raquel Osborne, socióloga y autora del libro Las prostitutas: una voz propia. Crónica de un encuentro, insistió en la necesidad de buscar puntos comunes. A su juicio, "mientras no se libere el colectivo de prostitutas cualquier mujer puede ser llamada puta".

Una de las coincidencias manifestada en la jornada fue la constatación de que existe una creciente presión social y política en contra de las prostitutas. Como ejemplo señalaron el desmantelamiento en Madrid de un centro para la atención de estas mujeres. "Si no hay contestación social, podrían llegar a la limpieza total de cara al año 92", manifestó Osborne.

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