Una carga que alivia

Pato pequinés es la primera obra del yugoslavo afincado en Francia Josef Nadj y que le supuso hace 10 años un sitio en la lista de los coreógrafos más interesantes de la joven danza francesa. La obra empieza en una habitación oscura con una mesa blanca, que rodean personajes grises sentados en sillas. Alguien cuelga del techo, una mujer está sobre la espalda de otro. Ninguno se mueve. Al impacto de esa imagen le suceden otros igualmente fuertes. Nadj lo mezcla todo en un ritmo inalterable.Su mensaje sobre la opresión, las limitaciones y los sueños de libertad, está explicado de una manera física, cargado literalmente sobre las espaldas de los bailarines. La sobriedad del escenario con luz y trajes que parecen de posguerra favorece que el agobio traspase a la sala.

En la obra, hay dos planos de expresión: el de las imágenes directas, y otro más sutil que mantienen los intérpretes anímicamente. A base de caminatas, cargas y saltos de unos sobre otros, los siete espléndidos intérpretes establecen un diálogo hermético con el público, muy diferente al que sostienen entre ellos.