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Entrevista:EL DESAFÍO EUROPEO

"El riesgo es que los Doce den a luz un ratón"

La CE afronta en diciembre importantes compromisos para el desarrollo de la unión política y económica

A medida que se acerca el temido parto de los montes del mes de diciembre (la cumbre de jefes de Estado y Gobierno de la CE), el presidente de la Comisión Europea, Jacques Delors, se muestra más preocupado sobre las decisiones que puedan tomar. Además de los compromisos adquiridos sobre la unión política y económica, los Doce deberán fijar la futura política exterior y de seguridad, y Delors teme que los socios comunitarios no consigan defender con una sola voz sus intereses en la escena internacional. "Éste es un punto vital", afirma. "La unión política debe traducirse también en dotar a la CE de mayor eficacia y competencias, así como en corregir el déficit democrático de la CE dotando de un cierto poder legislativo al Parlamento Europeo".Sobre la posible prórroga por dos años de su actual mandato, que finaliza en 1992, el presidente de la Comisión Europea responde que tomaría una decisión basándose en la utilidad de sus servicios. "Si la Comunidad Europea deja de lado la cita que le fija la historia, ¿qué objeto tiene trabajar por ella?"

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Pregunta. Los Doce tienen el próximo 10 de diciembre una cita inexorable para aprobar las dos uniones, la política y la monetaria. Pero, acuciados por el tiempo, ¿no teme que puedan parir un ratón?

Respuesta. Sí, existe el riesgo de que la montaña, los Doce, den a luz un ratón, pero yo soy menos pesimista. Lo que puedo temer es que, al considerar que lo más importante es llegar a un acuerdo, rebajen el nivel de ambición que asignan a la construcción europea y a la Comunidad en cuanto tal. Esto estaría en perfecta contradicción con los acontecimientos que se desarrollan a nuestro alrededor, y que exigen una Comunidad dotada de una fuerte personalidad política, capaz de actuar al servicio de sus ideales no sólo en la gran Europa, sino en el mundo.

P. Pero el proyecto holandés tratado tiene un doble filo y, en muchos aspectos, es demasiado tímido.

R. A partir de ahora no se puede juzgar y descifrar el desarrollo de los trabajos sin contemplar a la vez lo que es deseable y lo que es posible. Hemos entrado en una fase de negociación que implica compromisos. Desde ese punto de vista apruebo en su conjunto el enfoque de Holanda sobre el tratado de unión política. Y siento satisfacción porque gracias a los esfuerzos de. compromiso de la Comisión hayamos avanzado sustancialmente en lo que respecta a la unión económica y monetaria. Éste es mi sentimiento personal sobre las dos conferencias.

P. La Comisión Europea estará, pues, a la espera.

R. Cuando digo que apruebo el enfoque holandés, no quiero decir que la Comisión no expresará sus preferencias sobre puntos que son opcionales o que no pedirá enmiendas en otros en los que estime que su concepción actual es insuficiente.

P. ¿La política exterior común concebida como cooperación, con una seguridad europea subordinada a la OTAN, no le parece poco para dar peso internacional a la CE?

R. Si se simplifica el problema, no hasta la caricatura; pero por resumirlo, las tres claves del tratado de unión política son la política exterior, la contrapartida democrática y el grado de eficacia, de la Comunidad. En lo que respecta a la política exterior, o nos basamos en conceptos o se fundamenta sobre la realidad, y las realidades, aun a riego de repetirme, son sencillas de enumerar.

En primer lugar, el margen de maniobra internacional de cada uno de los países miembros es reducido. ¿Se quiere o no ampliarlo actuando en común? Mi respuesta es afirmativa. En segundo lugar, sólo se puede actuar en común si se tiene el sentimiento de tener intereses esenciales en común. Los Doce se lo han demostrado a sí mismos, y por eso desde hace dos años han actuado y han manifestado una posición conjunta en la escena internacional con cierta eficacia. Lo que no hay que hacer es caer ahora, a causa de una discusión dogmática sobre la soberanía o sobre la inserción o no de la palabra federal en el tratado, en un debate caduco y sin interés. El Consejo Europeo debe definir el campo de los intereses en común y después ampliar la posibilidad de tomar decisiones por mayoría cualificada, aunque fuera necesario reforzarla. Si esto no está en el tratado, entonces la montaña habrá dado a luz un ratón en lo que son las obligaciones de la Comunidad o lo que le demanda Europa. Es vital.

P. ¿El déficit democrático de la CE será corregido?

R. Primero, como lo ha destacado el presidente Felipe González, conviene hacer un gran esfuerzo para subrayar la cidadanía europea, que no suplanta la nacional, sino que actúa como un complemento o, podría decirse, como un suplemento de alma. Después hay que admitir que en la Comunidad hay dos expresiones de la soberanía nacional. Una, a través de los Gobiernos de los países, que son responsables ante sus parlamentos y opiniones públicas, de ahí la importancia que yo doy al papel del Consejo Europeo, aunque algunos teóricos del federalismo no están de acuerdo conmigo.

Pero la soberanía popular se expresa también a través del Parlamento Europeo y por eso hay que reforzar el poder de éste. Si hablamos de una soberanía y no de la otra jamás habrá solución. Los británicos ponen el acento en su soberanía nacional y otros sobre la europea, pero hay que considerar los dos pilares. Lo que propone la presidencia holandesa para el Parlamento Europeo es un gran paso adelante.

P. El consenso parece fácil en lo que se refiere a dotar a la CE de mayor eficacia.

R. No estoy seguro. La Comisión Europea hoy tiene poderes limitados, pero sin embargo cuenta. El papel de la Comisión debe abordarse desde el criterio de eficacia. Es una cuestión de imaginación y de saber hacer.

P. Pero existe un peligro de que la institución que usted representa quede arrinconada entre los Gobiernos y el nuevo poder del Parlamento Europeo...

R. El proyecto holandés mantiene las instituciones sobre la base filosófica actual. Es decir, que la Comisión conserva el monopolio de inciciativa legislativa acordado en su día y gana un derecho de iniciativa compartida sobre política exterior y algunos temas relacionados con la justicia y la libre circulación de personas. Sin embargo, subsisten preocupaciones. La primera es si, al reforzar demasiado el control del Parlamento, no se paralizará la Comisión, obligada a dedicar un tercio o la mitad de su

tiempo a responder a comisiones de investigación o sugerencias para que elabore informes o proyectos de ley. En segundo lugar, el proyecto de tratado es mudo sobre lo que se conoce como comitología, es decir, una clara distinción entre el control de la Comisión por parte de los Estados miembros y la posibilidad de ésta de actuar. Desearía que en el tratado se garantice a la Comisión la posibilidad de actuar en función de los acontecimientos y dentro del cuadro de las decisiones tomadas por el Consejo y ratificadas por el Parlamento. A falta de estas disposiciones, se corre el peligro de caer en un régimen parlamentario sin que la Comisión tenga posibilidad de defenderse o denunciar los abusos. Eso sería malo.P. ¿Teme el interés de algunos Gobiernos de impedir que la Comisión sea el embrión de un futuro Gobierno europeo?

R. No pienso siquiera en eso. Creo que la Comisión está atada en corto, no tiene el margen de acción necesario para contribuir más eficazmente a la acción comunitaria. No digo eso pensando en el día en que pueda convertirse en el Gobierno de Europa, porque eso no se producirá. Si un día la CE tiene 24 o más miembros hará falta una estructura nueva, aunque se mantengan los principios que concibieron los padres de Europa.

P. Pero la ampliación tardará tiempo...

R. Tenemos que pensar en el futuro y personalmente creo que la CE comenzará a ampliarse a partir de enero de 1995.

P. Su mandato termina a final de 1992, pero varios países quieren que prorrogue otros dos años. ¿Está usted de acuerdo?

R. Tal como lo formula, eso es nuevo para mí, se lo aseguro.

P. Bueno, supongamos que los Doce se lo piden en la cumbre de junio próximo en Lisboa.

R. Si pienso que podré ser útil, ¿por qué no? Pero el primer elemento de reflexión me será dado por el contenido de los dos tratados. Si falta de ambición y por tener un acuerdo a todo precio, la CE deja de lado la cita que le fija la historia, ¿qué objeto tiene trabajar por ella?

P. Es una inteligente manera de presión, pero ciertos comisarios dan por hecho que el grueso del equipo actual seguirá con usted a la cabeza...

R. Cada uno puede decir lo que quiera, pero no ha habido ninguna conversación oficial con los jefes de Gobierno ni con la presidencia de la Comunidad.

P. Pero en su caso personal, Francia puede esperarle hasta las presidenciales de 1995...

R. No estoy preparado para hablar de este tema, porque no tengo tiempo de pensar en ello.

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