Sorpresas de última hora
Dos de las tres películas que restaban para cerrar la competición de esta 39 edición del festival de San Sebastián han servido para hacer un poco más complejos los pronósticos. Ninguna de ellas, la galesa Una noche de luna llena y la estadounidense Closet land, son obras perfectas, pero tienen, sobre todo la primera, suficiente picardía como para entrar con buen pie en el ánimo del jurado. De la que cerró la competición, la húngara La feria roja, de György Molnár, sólo cabe olvidarla. Y a ser posible, cuanto antes.Opera prima de la realizadora de origen indio Radha Bharadwaj, Closet land es un duro, airado y a la postre conmovedor documento contra la tortura. Los 94 minutos de su metraje están ocupados por tan sólo dos personajes, un torturador y su víctima, una indefensa escritora de cuentos infantiles.
El guión, no obstante, elude cuidadosamente la motivación política del interrogatorio, centrando el conflicto entre la voluntad de quebrar a una persona y la pulsión de defensa por parte de la víctima. Bharadwaj maneja con pulso seguro un argumento que por momentos se hace tremendo de contemplar y, de más está decirlo, no está hecho para complacer a ningún espectador convencional. Closet land es, junto con Alas de mariposa, la apuesta más personal y audaz de cuantas han concursado en esta 39 edición.
Una noche de luna llena, cuarto filme del galés Endaf Emlyn, es una sensible crónica con niño protagonista -motivo frecuente este año en todas las secciones del festival-, de bellísima fotografía y limitadas aspiraciones. Está narrado con convicción, pero Emlyn cae a menudo en enfatismos innecesarios en la puesta en escena.
Babelia
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