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EL CONFLICTO BALCÁNICO

Guerra económica entre Serbia y Croacia

Un representante de la empresa serbia Genex se encontró con el representante del Banco Comercial de Zagreb en Francfort. Aprovecharon el encuentro accidental para acordar el intercambio de oficinas. El Gobierno croata confiscó todas las propiedades serbias en su territorio. El serbio hizo otro tanto. Los dos empresarios intentaron salvar las propiedades cediéndose unos a otros el espacio de oficinas. Cuando volvieron a sus respectivas repúblicas no pudieron cumplir el acuerdo. Las líneas telefónicas entre Zagreb y Belgrado no funcionaban. Finalmente, encontraron la solución: comunican a través de la empresa Energoinvest de Sarajevo (Bosnia).La guerra económica entre las repúblicas yugoslavas comenzó antes del conflicto bélico. Fueron los serbios, hace dos años, quienes pidieron el boicoteo de los productos eslovenos en nombre de los principios políticos. Luego siguieron una y otra contramedida, afectando no sólo a las empresas, sino a los ciudadanos.

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Croacia, hace un año, impuso tasas especiales para las casas de los serbios en la costa dálmata. Algunas casas fueron dinamitadas sin aviso previo, otras fueron confiscadas. Ningún serbio tiene ya casa de verano en la costa. Serbia hizo de nuevo otro tanto: primero introdujo impuestos especiales para las propiedades de las empresas croatas y eslovenas en su territorio. Hace dos días congeló todas las propiedades tanto a empresas como a personas físicas, prohibiendo cualquier transacción.

El conflicto bélico en Croacia endureció la guerra económica: Croacia cerró el oleoducto que transporta el petróleo desde la costa hacia el interior del país. Bosnia-Herzegovina y Serbia quedaron sin gasolina. El mercado negro florece.

Destrucción y paro

No hay cálculos del coste de la guerra en Croacia: pueblos arrasados, gentes sin trabajo, fábricas destruidas, puentes desmantelados, carreteras agujereadas por las bombas. Croacia calculó que los daños de la guerra superan los 10.000 millones de dólares.

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La mayoría de los refugiados, unos 200.000, perdieron su puesto de trabajo. Y hoy, simplemente, no tienen dónde trabajar. Otras empresas quedaron sin obreros y sin personal técnico: fueron llamados como reservistas del Ejército federal o se integraron en la guardia federal croata. De hecho, se está estableciendo tanto en Croacia como en Serbia un nuevo criterio para los trabajadores: los que han llevado armas y los que se han escapado. Los primeros exigen sus derechos.

La hiperinflación no ha comenzado todavía: el alza de los precios se mantiene en el 7,5% mensual. En Serbia no escasea la cornida. La cosecha de trigo y de maíz fue abundante, y sobran las frutas y verduras. Sin embargo, no hay medicamentos. Se importaban de las repúblicas enemigas. En Eslovenia, la comida se encareció enormemente. Serbia ya no provee a sus antiguos compradores.

El Gobierno federal rehúsa devaluar el dinar yugoslavo, cuya paridad está vinculada teóricamente al marco alemán. Sin embargo, los bancos compran las divisas por un tipo de cambio en un 70% superior al oficial. Las cuentas de divisas de los ciudadanos yugoslavos están congeladas. La mayoría de la gente cree que no volverá a ver su dinero.

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