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El alto el fuego reina por primera vez en Yugoslavia

ENVIADO ESPECIAL Tanto las fuerzas croatas como el Ejército federal yugoslavo y las milicias serbias respetaron ayer en su inmensa mayoría el alto el fuego acordado el domingo entre el presidente de Croacia, Franjo Tudjman, y el ministro federal de Defensa, Veljko Kadijevic. Ha quedado restablecido el suministro de agua, luz, alimentos y medicinas de las guarniciones federales, que se hallaban bloqueadas por las fuerzas croatas desde hacia una semana, y la Marina de guerra ha procedido al desbloqueo de los puertos de la costa adriática. Mientras, Francia, el Reino Unido y Bélgica han propuesto al Consejo de Seguridad un embargo de armas a Yugoslavia.

Según el proyecto de resolución citado, además del embargo se propone un alto el fuego inmediato y la intervención del secretario general de la ONU, Javier Pérez de Cuéllar en la crisis yugoslava, informa Reuter desde Nueva York.

La conferencia de paz para Yugoslavia se reunirá de nuevo el próximo jueves en sesión plenaria en La Haya, informa Isabel Ferrer desde Amsterdam. La cita fue convocada ayer por su presidente, lord Carrington, tras mantener conversaciones con sus dos vicepresidentes, el español Nuño Aguirre de Cárcer y el holandés Carl Barkman, acerca de los últimos acontecimientos registrados en el país balcánico.

Mientras, el cumplimiento del acuerdo de alto el fuego firmado por las partes contendientes el domingo no significa, sin embargo, la desaparición de la amenaza de una guerra total en Yugoslavia. Ambos bandos mantienen sus fuerzas en estado de máximo alerta y ocupan las posiciones que ganaron hasta las tres de la tarde del domingo, hora de la entrada en vigor de la tregua.

Los buques de guerra de la Marina federal empezaron a retirarse de los puertos de Zadar, Split y Dubrovnik, que fueron sometidos durante los últimos días a violentos ataques por tierra, mar y aire.

Contrapartida

Como contrapartida, las autoridades croatas han restablecido los suministros de los cuarteles del Ejército federal. El levantamiento del bloqueo y e cese de las hostilidades son los dos puntos principales del acuerdo suscrito por Tudjman y Kadijevic.

En algunos frentes de Eslavonia oriental, Bania y en la costa dálmata se registraron diversas escaramuzas localizadas, que no pueden considerar se, por ahora, como la reanudación de las hostilidades a gran escala.

La prensa, radio y televisión de Croacia destacaron las palabras pronunciadas el domingo por el Papa Juan Pablo II: "Lo que está ocurriendo en Yugoslavia no es digno del ser humano, no es digno de Europa".

En Zagreb y otras ciudades de la república secesionista la vida ha recuperado rápidamente la normalidad. Las calles vuelven a estar pobladas y el aumento del tráfico rodado vuelve a producir los habituales atascos.

A última hora de la noche del domingo, el presidente Tudjman realizó una visita inesperada a la plaza central de Zagreb, la capital croata, y ante un grupo de sorprendidos ciudadanos manifestó: "El enemigo se ha visto obligado a aceptar la paz. A partir de ahora, esperan los que las noches de Croacia tengan mucha más luz La necesitaremos para reconstruir durante el día y la noche nuestra destruida Croacia".

Las farolas de las calles de la capital croata se encendieron de nuevo después de pasar varias noches en la más completa oscuridad ante la amenaza de un ataque aéreo.

Han pasado más de 24 horas y la tregua no se ha roto, situación que no tiene precedente desde el estallido de la guerra. Pero habrá que esperar más para comprobar la fragilidad del acuerdo.

De momento, los observadores dedican el tiempo a tratar de interpretar las razones del pacto Tudjman-Kadijevic. De todas ellas habría que tener en cuenta la que se refiere a la república de Bosnia-Herzegovina como elemento clave para detener los combates.

La resistencia de la mayoría musulmana a entrar en el conflicto, que llegó a impedir el paso de convoyes militares con destino a la costa dálmata, ha supuesto la más clara advertencia a Serbia y al Ejército federal del peligro de una guerra civil entre serbios y una alianza musulmana-croata que podría provocar un levantamiento. albanés en Kosovo.

Demasiados frentes abiertos contra Serbia.

En los puntos más calientes de Croacia, las armas han callado momentáneamente, pero reina una gran tensión entre los combatientes, que no acaban de creerse que esta vez el alto el fuego vaya en serio. Es el caso de la ciudad de Petrinja, a 50 kilómetros al sur de Zagreb, en donde hasta poco antes de entrar en vigor la tregua las fuerzas de defensa croatas combatieron ferozmente contra el Ejército federal y las milicias serbias, hasta que aquellas se vieron obligadas a abandonar sus posiciones.

A media tarde de ayer ningún periodista extranjero había logrado entrar en la ciudad, cuya población era en un 62% croata y el resto serbia hasta antes del comienzo de la guerra. La mayoría de los 15.000 habitantes huyeron durante las últimas semanas. Ahora, bajo control del Ejército nada se sabe de los pocos civiles que quedan en ella.

En la última posición croata, junto al puente que cruza el río Kupa y que sirve de acceso a Petrinja, unos quince guardias nacionales mantienen sus posiciones de vigilancia. Al otro lado del puente, que ha sido minado, se encuentra ya el Ejército o, lo que es más peligroso, los grupos irregulares serbios. De vez en cuando se escuchan explosiones en la ciudad. "Los serbios están volando las viviendas de los croatas", dice un guardia nacional que empuña un fusil con mira telescópica.

Tarbuc Zora, de 30 años, vecina de Petrinja, intenta convencer a los soldados croatas para que la dejen pasar. Insiste en que si cruza el puente junto a un grupo de periodistas extranjeros su vida estará a salvo. Zora trabaja. de enfermera en el hospital de Zagreb.

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