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Un usiá dadivoso

EMILIO MARTíNEZPor la facilidad con que el usía, Emilio Blázquez, disparaba su moquero en el palco, hubiese o no petición suficiente en los tendidos o méritos en el ruedo, llevó a una festiva tarde triunfal en cuanto a orejas. La autoridad, poco vigilante de las sospechosas y cómodas astas de los cornicortos funos, llegó a premiar con la vuelta al ruedo al primero, que recibió una varita sin demasiada entrega y cuya embestida era pajuna y atontilada. Quizá al usía le deslumbraron los aplausos que Emilio Muñoz tributó a tan chochón colaborador.

Cierto es que el trianero le correspondió con una faena variada y pasional en la que intentó la pureza de] toreo, sin lograrlo siempre, y en la que la mayoría de las suertes tuvieron ortodoxia, con un empaque especial en la última serie de sedosos y mandones naturales de frente. Pero faltó emoción y transmisión por la endeblez del bicho. El cuarto también repetía sus embestidas y Muñoz destelló nuevos arrebujos, ahora faltos de reposo.

Toril / Muñoz, Espartaco, Mora

Toros de El Toril, de desigual presencia, flojos, sospechosos de pitones, manejables. 5º, segundo sobrero (en sustitución de dos del hierro titular devueltos por cojos), de Souza d'Andrade, basto, astifino, manso.Emilio Muñoz: dos orejas; oreja. Espartaco: aviso y ovación; ovación. Juan Mora: oreja; oreja; salió a hombros. Plaza de Talavera de la Reina, 22 de septiembre. Segunda corrida de feria. Tres cuartos de entrada.

A Espartaco le correspondieron los dos toros más asticortos, aunque el segundo sobrero no debía estar previsto y salió astifino. Frente a este arisco enemigo el de Espartinas no anduvo cicatero ni en la cantidad de los pases ni en el valor de sus desplantes, aunque ya se ciscó más al ver sus afiladas agujas cuando entró a despenarlo. Esa cantidad también fue la característica de su faena a destajo al segundo, con el que tampoco acertó a espadas.

Juan Mora alcanzó la puerta grande merced a los óbolos presidenciales. No hubo fuerte petición tras su lerda y encimista faena al esmirriado sexto, -banderillerado excelentemente por Carlos Mora- al que el diestro castigó con un cabezazo a falta de otros aromas toreros, ni en la más entonada al escurrido y anovillado tercero, donde dio alguna buena pincelada entre abundantes fruslerías de toreo.

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