La Internacional Socialista se opone al envío de tropas
La Internacional Socialista (IS) aboga por la conservación de algún tipo de unidad política en la antigua Unión Soviética y considera que hay que dar tiempo a las partes, beligerantes en Yugoslavia para que consigan imponer un alto el fuego efectivo y entren en funcionamiento los acuerdos conseguidos bajo la mediación de la Comunidad Europea. La presidencia de la IS, cuya reunión finalizó ayer en Berlín, se mostró por el contrario absolutamente en contra de la creación de una fuerza europea de interposición en el conflicto que desgarra Yugoslavia.Coincidiendo con lo dicho por el presidente del Gobierno español, Felipe González, la noche del jueves en Berlín tras la primera sesión de trabajo, el italiano Bettino Craxi afirmó que la intervención de una "fuerza de interposición", sugerida el jueves por el jefe del Estado francés, François Mitterrand, y el canciller alemán, Helmut Kohl, "correría demasiados riesgos de verse involucrada en la guerra" y podría llevar a una internacionalización del conflicto. Craxi añadió además que la presencia de estas tropas; provocaría la inmediata oposición del Ejército federal yugoslavo.
Craxi reconoció que "el proceso de independencia de Eslovenia y Croacia es irreversible, aunque su reconocimiento internacional debe tener lugar en el contexto de un acuerdo final". En su opinión -y en la de la Internacional Socialista-, "hay que conceder un tiempo razonable para que el acuerdo de alto el fuego se concrete".
El líder socialista italiano considera que la situación interna en Yugoslavia es muy compleja y cree que las partes firmantes del alto el fuego desean realmente alcanzar la paz, aunque necesitan tiempo para desarmar a. los numerosos grupos incontrolados y poner en funcionamiento los acuerdos.
Ayuda a Moscú
Respecto de la Unión Soviética, sobre la que la IS ha realizado un informe, se repitieron ayer las conclusiones ya avanzadas la víspera por González. En primer lugar, la absoluta necesidad de concretar una ayuda de emergencia "para pasar el duro invierno", y en segundo, la necesidad de preservar algún tipo de unión entre las repúblicas que integraban la URSS.
De lo contrario, además de las dificultades económicas añadidas, se pondría en peligro la política de desarme, al crearse una falta de confianza en Occidente, temeroso de que el arsenal nuclear soviético pueda caer en varias manos no siempre responsables.
Como anécdota, queda la propuesta del gobernador de Río de Janeiro y líder de los socialistas brasíleños, Leonel Brizola, que sugirló que los excedentes de población de los países del Este de Europa, como los judíos soviéticos, podrían emigrar a América Latina. Brizola precisó que la CE se ocuparía de financiar la operación, pagando, además de al emigrante, a un ciudadano local del país receptor.
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