Toros al 'dente'
Manuel Caballero, la tarde de su alternativa de manos de su paisano Dámaso González, habrá aprendido lo que le espera en el mundo de la torería. La corrida de Jandilla fue modélica de lo que abunda en ese mundo: ganado cómodo, pavisoso, ideal para aparentar, al dente para las figuras. Sin embargo, Vicario, el novillote de la alternativa, fue casi el sueño de alguien en las circunstancias de Caballero: embestía y era noble hasta más no poder. Caballero capoteó saboreando y con la muleta ejecutó en los medios tres tandas suaves y cadenciosas. Se echó tarde la muleta a la izquierda porque no vio que el bicho perdía fuelle. Pero en conjunto fue una faena más que notable, sólo afeadilla por cómo se alivió tirando la pañosa al matar.El último de la corrida era ya un toro de los que se acostumbra: aburrido y marmolillo, ni se dignaba en embestir siquiera al paso. Caballero quedó perplejo, y la voluntad que puso era perpleja. Será así esto de los toros, parecía preguntarse.
Jandilla / Caballero, González, Jesulín
Toros de Jandilla, anovillados, bonitos de cara, no muy sobrados de fuerzas, cómodos y sosos; lo, boyante. Manuel Caballero (que tomaba la alternativa): estocada desprendida tirando la muleta (oreja); media, dos descabellos (palmas). Dámaso González: pinchazo, metisaca, estocada caída, rueda de peones (oreja); pinchazo, caída (dos orejas). Jesulín de Ubrique: media, rueda de peones (palmas); dos pinchazos sin soltar, bajonazo (salida al tercio). Plaza de las Arenas de Nimes, 20 de septiembre. Cuarta de la feria de la vendimia. Casi lleno.
Dámaso González no se habría quedado así. Con Dámaso las cosas nunca se quedan así. Reaparecía en los ruedos a sus 43 años, y demostró seguir fiel a sí mismo: capaz de torear a un ladrillo y de sacarle mil pases. El primero -Damasco por nombre- le tuvo que aguantar una faena contumaz.
Hinchado de pases
Con la espada estuvo mal, pero qué más da, se había hinchado a dar pases. En su segundo optó por halagar a la galería y ahí fueron chicuelinas, sobaquinas de espalda, manoletinas y genuflexiones en peonza, luego entró a matar marcanco los tiempos: exitazo. Dámaso, tan mandón y conocedor como siempre, está en forma.
Jesulín de Ubrique sufrió el roce en la cara de una banderilla, y visitó la. enfermería. Jesulín brindó a Paco Ojeda y se apuntó al pegapasismo. Al segundo empezó administrándole un par de series despaciosas de derechazos y redondos, pero todo fue ponerse la muleta a la izquierda y comenzar con el pico. Después se le metía encima al toro, que no quería saber nada, y era glorioso ver cómo el de Ubrique Fingía estar en el sitio, y en realidad hubiera dado lo mismo que estuviera en el tendido.
Un importante sector de público, a medida que avanzaba el desfile de novillotes sosos, fue clamando: "Des taureaux, des taureaux! ", cuyo signo de admiración debe entenderse como de indignación por el menoscabado trapío de las reses.
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