La Minoría polaca se rebela
Los líderes de la minoría polaca en Lituania, incómodos por lo que califican de conducta hostil de las autoridades, amenazan con romper uno de los tabúes del país, cuestionando el derecho de la república a gobernarlos e, implicitamente, las fronteras nacionales."Si no retroceden deberemos decir que la "Guerra Mundial ha acabado para Lituania, pero no para los polacos lituanos", dijo Czeslaw Okinczyc, un miembro del Parlamento que, hasta la pasada semana, era uno de los principales entusiastas de la independencia de Lituania.
La minoría polaca en la república fue una víctima de las ambiciones territoriales de la Unión Soviética durante la guerra que abarcaron un buen trozo de lo que entonces era la Polonia oriental, además de los Estados bálticos. Los lituanos argumentan que las regiones de habla polaca -que incluyen la capital, Vilna -formaban parte de su república, con lo cual han regresado adonde pertenecían.
Mientras los dirigentes moderados, como Okinczyc, apoyaban el movimiento de independencia, la disputa fue sólo histórica. Pero la decisión lituana la pasada semana de disolver tres consejos regionales polacos de autogobierno, en un intento por desarraigar a su dirección pro Kremlin, tuvo un efecto adverso sobre los polacos lituanos, quienes temen convertirse en ciudadanos de segunda categoría.
"¿Qué debo decirle yo a mi gente?", se lamentaba un Okinczyc visiblemente apesadumbrado. Okinczyc defendió la tesis de que las relaciones étnicas serían mejores, y no peores, en una Lituania independiente. El martes pasado, cientos de manifestantes cantando himnos asediaron la entrada del Parlamento con pancartas en las que se podía leer: 'Los polacos también somos gente" y "Primer día de libertad, ¿dónde está la dernocracia?'.
La dirección lituana, preocupada por sus asuntos externos, no ha hecho ningún esfuerzo desde el fracaso del golpe en la URSS para asegurar a rusos y polacos en Lituania -un quinto de la población- que constituyen ciudadanos bienvenidos en la nueva Lituania.
En lugar de ello, los lituanos subrayan la necesidad de ajustar cuentas, -en los simpatizantes del Kremlln en las regiones de habla polaca, donde una estrecha alianza entre comunistas, KG8 y jefes de granjas y fábricas sirvió para obstaculizar durante 18 meses los intentos de escisión de la república del sistema soviético y apoyar los intentos de desestabilización del Krem1in.
Okinczyc afirma que cuando fue a protestar por la disolución de los órganos de autogobierno, el presidente Vytautas Landsbergis le echó en cara no haberse esforzado más en explicar las razones de la decisión.
Particularmente irritante para los polacos ha sido la designación de los administradores de la región, rápidamente: bautizados como gauleiters (los gobernadores de la época hitleriana), que ejercen el poder directo sobre las tres regiones de habla polaca. Ninguno, de ellos es considerado simpatizante- de la causa polaca.
The Independent / EL PAÍS.
