Michel Piccoli reconstruye la compleja personalidad de Jean Genet
Michael Piecoli se ha convertido en el centro de atención del 48 Festival de Cine de Venecia. El filme del veterano francés Nikos Papatakis, titulado Los equilibristas, narra una dura y escabrosa etapa de la vida del gran escritor Jean Genet, cuya extraña, contradictoria y complejísima personalidad permite a Michel Piccoli demostrar que se encuentra en la cumbre de su talento, siempre indiscutible, pero ahora en estado de gracia empujado por una creatividad arrolladora.
La jornada del pasado viernes del alicaído festival despertó un poco de su tedio y ofreció dos películas interesantes. Una de escasa ambición, pero llena de personajes vivos: Mississippi Masala, filme independiente norteamericano de la cineasta india Mira Nair. Otra, muy ambiciosa, del director francés Papatakis, con Michael Piccoli como protagonista y la vida de Jean Genet como tema.En Mississippi Masala, la directora de Saliaarn Bombay sigue fiel a su estilo directo, un realismo muy simple e inmediato, algo superficial, pero que permite a los actores actuar lilbremente y no ser amordazados por la cámara, lo que da vida a la pantalla. En esta película, sin duda menor, hay, no obstante, gente, y gente viva, lo que no es poco decir dentro del cementerio en que se ha convertido la pantalla del Palazzo del Lido en los días pasados.
El filme Los equilibristas supone el retorno de Nicos Papatakis, un veterano cineasta francés cuya obra comienza en los años cincuenta y tiene sus raíces en los laberintos del mundo o submundo del existencialismo parisiense en su etapa de cinismo y descomposición. Uno de los ingenios corrosivos que más contribuyó a esta descomposición fue el poeta, novelista, dramaturgo y guionista Jean Genet, y de él trata esta película.
Papatakis tiene la valentía de llevar a la pantalla, sin recato ni miedo alguno y a voces aquellas espeluznantes incursiones de Genet dentro del ocaso de la moral de su tiempo, que en esto sigue siendo todavía el nuestro. Por ejemplo, oímos en la voz de Piccofi, extraídas literalmente de algunas de las escasas declaraciones que se conocen de Genet, tacadas verbales como ésta: "MI obra tiene algo de delictiva y de obscena, porque entiendo que la poesía es el arte de utilizar los desperdicios y las basuras; el arte de utilizar la mierda y hacérsela comer a la gente".
La historia cuenta un suceso verídico durísimo y apasionante: la relación entre Genet y un muchacho árabe de madre alemana llamado Abidallaj Bentega, al que el escritor rescató de un calabozo de París, lo convirtió en su hijo adoptivo y en su amante, y más tarde lo abandonó a su suerte, tras someterlo a la humillación de obligarle a convertirse en criado de su nuevo amante-delincuente. Esta suerte, en elmundo genetiano, que el muchacho adoptó hasta el fondo, no podía ser otra que la muerte.
Un trozo, que en él era siempre un destrozo, de la vida de Genet ha servido aquí para recordar tres cosas. Una es que hombres como Papatakis no sólo están vivos, sino que todavía tienen cosas que decir. Otra es que la literatura -que hace estragos en el cine seleccionado por esta Mostra- puede ser fuente de cine cuando quien hace la película sabe escribir, cosa que no parece ser el punto fuerte de los nuevos directores. Y tercero, ya sabido, que Michel Piccisili es un genio de la actuación y que ahora mismo se encuentra en la plenitud.
Compone Piccoli la casi inimaginable personalidad de Genet con tal facilidad, que parece, en un trabajo tan esforzado y áspero, no hacer ni el menor esfuerzo, dando así a su meticulosa elaboración aspecto de improvisación. Los equilibristas es una obra irregular, pero en ella está la fuente de fascinación que es el trabajo de este actor y es por ello posible respirar viéndola lo mucho que de irrespirable tiene el cine de hoy.
Babelia
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