La coartada monetaria
Los bolsistas buscan, con soporte gráfico, un punto -conocido como pívot- a partir del cual definir la tendencia alcista o bajista. Desatan así una guerra de pronósticos que suelen ganar las profecías capaces de confirmarse a sí mismas por la fuerza de los hechos: cuando todos coinciden en el punto de vista, la consecuencia teórica es válida porque se manifiesta en la práctica. La mayoría piensa que el pretexto británico -la reducción del tipo de intervención practicada por el Banco de Inglaterra- sirve en bandeja el esperado retoque con tendencia a la baja del precio del dinero. Puesto que la Bolsa se conforma con poco cuando busca revulsivos psicológicos, las cotizaciones deberían subir; de hecho suben los volúmenes, que ya es algo.Así, la jornada tuvo un buen comienzo; pero pronto tropezó con la cuarta caída consecutiva del dólar en Tokio y otras plazas del mundo, que los servicios reuter atribuían a un inminente anuncio de las altas tasas de desempleo en EE UU. Una vez más, el signo negativo, aunque lejano y de escasa influencia, se impuso al inicial convencimiento de que las cotizaciones subirían gracias a la coartada monetaria.
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