Cavallo tiene un plan
Cuando en abril el ministro Domingo Cavallo, un licenciado en Ciencias Económicas de 44 años nacido en la provincia de Córdoba, asumió por fin el cargo que le estaba esperando y anunció su plan, el periodista Mariano Grondona, presentador de uno de los programas políticos más vistos de la televisión argentina, auguró: "Si le va bien, habrá que pensar en Cavallo para presidente". Esa misma semana una revista retocó una fotografía suya y lo vistió con la banda y el bastón, los atributos propios del jefe del Estado. Todos intuían que no era un ministro de Economía más. Cavallo llevaba ya más de ocho años esperando la oportunidad desde que fue presidente del Banco Central al final de la dictadura.Cavallo no tiene sólo un plan, tiene todo un proyecto de Gobierno que fue pensado en los laboratorios de la Fundación Mediterránea, un refugio de técnicos en economía sostenido por más de 200 empresarios. El jueves almorzó con los que fueron sus jefes y les adelantó parte de la estrategla que sigue. Con total convicción, aseguró que en tres años más el PIB de Argentina será de 200.000 millones de dólares anuales, un 80% más que el actual. Dijo Cavallo: "En1994 [un año antes de las elecciones generales] no van a reconocer este país".Después de servir a la dictadura, Cavallo volvió a la vida democrática en 1987 como diputado extrapartidario del peronísmo. Su postulación fue parte del acuerdo que el entonces candidato a gobernador por la provincia de Córdoba, José Manuel de la Sota, hizo con la Fundación Mediterránea. Luego, en el Parlamento, el Mingo, como le llaman sus amigos, soportó durante algún tiempo las banderillas que le colocaban sus pares en los debates y se libró de su pasado. El ex presidente Raúl Alfonsin, antes de renunciar al cargo, le acusó de viajar a Estados Unidos para pedir que cortaran los créditos al Gobierno radical.En esos momentos difíciles Cavallo siempre contestó una y otra vez como si repitiera en cada ocasión un discurso ensayado durante años en un gabinete. Ahora, como antes, dedica 18 horas al día a sus planes y nada parece detenerlo. No bebe, no juega, no hace deporte, no baila, no se droga, no se distrae, no se cansa, no va a fiestas.
Pero Cavallo no pierde el tiempo. Durante su gestión, Argentina reanudó las relaciones diplomáticas con el Reino Unido y aprovechó los viajes como ministro de Exteriores para preparar el terreno que le tocaría pisar cuando fuera ministro de Economía. Porque sabía que le iba a tocar.
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