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FRACASA EL GOLPE DE ESTADO EN LA U.R.S.S.

"Temí que envenenaran mi comida"

Gorbachov cuenta los dramáticos momentos de su detención en Crimea y las horas de cautiverio

Mijaíl Gorbachov compareció ayer ante la prensa soviética e internacional para explicar durante casi hora y media su detención en su dacha de Crimea por los golpistas y los momentos dramáticos que vivió con su esposa, Raísa; su hija, su yerno y su nieta, así como con los miembros de su guardia personal. Gorbachov, con traje oscuro y visiblemente emocionado, dijo que temió ser envenenado, y ensalzó el papel del presidente de Rusia, Borís Yeltsin. Durante las 72 horas en las que el dirigente soviético permaneció aislado, los 32 hombres de su guardia personal permanecieron fieles a la legalidad y al presidente constitucional y le mantuvieron informado a través de radiotransistores en los que se captaban emisoras occidentales. Éste es el relato hecho por él mismo a los periodistas.

"A las cinco menos diez del día 18 de agosto, el jefe de mi guardia me anuncio que un grupo de personalidades exigía verme. Le dije que yo no recibía a nadie, que no había invitado a nadie y que nadie me había anunciado su visita", explicó el presidente soviético."Pregunté por qué les habían autorizado a entrar. El jefe de mi guardia respondió que era porque entre ellos se encontraba el jefe de la dirección de la guardia del KGB, Lekhanov". La explicación no satisfizo a Gorbachov: "¿Por qué estaban allí?", se seguía preguntando. Y decidió averiguarlo por sí mismo.

"Descolgué un teléfono que podía ponerme en contacto con varias áreas del Gobierno soviético. No funcionaba. Descolgué un segundo teléfono. Tampoco funcionaba; un tercero, un cuarto (...) Nada. Todos estaban cor tados. Cogí entonces el teléfono interno. Todo estaba cortado. Me di cuenta entonces de que aquella no era una misión normal".

"En estas condiciones me fui rápidamente a mis apartamentos, llamé a mi familia, a mi mujer, a mi hija (...) y les dije lo que ocurría. No tenía necesidad de saber más. Comprendí que la situación era muy grave. Veía claramente un chantaje o un intento de amenazarme o cualquier otra cosa".

Mantenerse hasta el final

"Dije a Raísa Maximovna, mi mujer; a Irene, mi hija, y a Anatoli, mi yerno, que si se trataba de lo que me imaginaba, una operación política, mantendría mi postura hasta el final. No cedería a ningún chantaje, a ninguna amenaza, a ninguna violencia. Toda la familia me dijo que esa debía ser mi propia decisión. Entonces, los golpistas, conducidos por el jefe de los servicios de la presidencia, Boldine, fueron llevados ante mi y me anunciaron que se presentaban en nombre del Comité.-¿Qué Comité?

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- El Comité Estatal de Emergencia.

-¿Quién lo ha creado? No he sido yo ni el Sóviet Supremo. Se requiere un decreto.

Ante esta situación, empezamos a movernos. Solamente un suicida puede ofrecer ahora implantar un régimen totalitario en el país. Se me exigió que dimitiera, que renunciara. Les dije:

- No. No esperéis que haga ni una cosa ni la otra. Dígales a los que les han enviado aquí que no mantendremos ningún otro tipo de conversación. Estaba preparando mi discurso para intervenir en la firma del Tratado de la Unión. Nos vamos a ver en la firma. Allí podremos discutir de todo lo que queráis, y allí podremos hablar de todo lo que no podemos hablar ahora. Allí es donde tenemos que decidirlo y no mediante la vía que estáis utilizando. Si implantáis ahora el estado de emergencia ¿qué sucederá?. No vais a durar más de dos, tres, cuatro días. El país os va a rechazar. El pais no quiere esas medidas. ¿Qué queréis? ¿Crear más dificultades? ¿Créeis qué el país está tan cansado que está dispuesto a apoyar a cualquier dictador? Eso sería enterrar todo lo que se ha avanzado (...). Estoy dispuesto a reunir al Sóviet Supremo y al Congreso de los Diputados si hay algún tipo de dificultad. Los diputados saben lo que hay que hacer. Si dicen que hace falta un estado de emergencia, pues muy bien, pero yo seguiré insistiendo en la vía del acuerdo. Esas son las vías de mi dirección". El propio Gorbachov definió con claridad lo que le pareció el diálogo mantenido con los visitantes: "Fue un diálogo de sordos". Y añadió: "Ellos ya estaban preparados. La máquina ya estaba en marcha".

A pesar de darse cuenta de la inutilidad de las palabras, Gorbachov intentó seguir razonando: "Les dije:

- Yo, categóricamente, estoy en contra. Vais a perder esta apuesta. Tengo miedo por el pueblo y por lo que pueda pasar".

Todo inútil: "Así terminó nuestra conversación. Cuando recibieron mi respuesta todo se desarrolló según la lógica que ya conocéis. Un aislamiento absoluto por vía marítima. Conmigo se quedaron 32 personas de guardia; 32 personas que decidieron serme fieles y fueron quienes han protegido mi casa. Decidieron estar conmigo hasta el final".

En ese momento se inicia su verdadera reclusión. No puede salir de la casa ni hablar por teléfono ni recibir visitas. Las llamadas de los líderes occidentales que exigen hablar con él son desatendidas por los golpistas que han anunciado al mundo qué Gorbachov está enfermo.

La enfermedad

"Cuando me enteré que en la conferencia de prensa [la que dieron los golpistas en Moscú el lunes, día 19] se dijo que yo estaba enfermo, que no estaba capacitado para ejercer mis funciones, que yo casi no podría volver a la vida normal", siguió explicando Gorbachov, "entonces comprendí que lo que querían es que la parte real se acoplase a esta declaracíón. Eso mismo lo comprendió mi guardia. Por lo tanto decidimos rechazar toda la comida que nos ofrecían desde fuera y empezamos a utilizar sólo lo que teníamos en casa".Su ánimo, sin embargo, no decayó. Cada mañana se levantaba exigiendo que le fueran repuestas las comunicaciones, convencido del inminente fracaso de los golpistas. "Yo estaba totalmente asombrado por las declaraciones de esos criminales. Estaba convencido de que esto no duraría mucho. Todos los días por la mañana y por la tarde exigía y transmitía la exigencia de que me pusieran en contacto con ellos. De que restablecieran el contacto con el presidente, de que viniese un avión y me trasladase inmediatamente a Moscú".

Y sin embargo, esa fortaleza de ánimo debió de verse socavada en más de un momento, aunque él no lo confesó. Quizás cuando apreció el debilitamiento de su esposa Raísa, o puede que fuera cuando su nieta Anastasia, de siete años, ajena a todo lo que estaba ocurriendo a su alrededor, sin comprenderlo, expresaba sus deseos de ir a bañarse, que el abuelo no podía satisfacer. "En fin, en 72 horas de aislamiento absoluto creo que hicieron todo para derrumbarme psicológicamente", afirmó.

"Después de la conferencia de prensa [de los golpistas anunciando su enfermedad] exigí tarribién que se declarase que yo estaba perfectamente dé salud. No estaba incapacitado para nada".

Pero el aislamiento no fue total. En un siglo en el que el aire va cargado de mensajes, un pequeño aparato de radio puede servir, ya ha ocurrido en otros momentos relativamente similares, para romper un aislamiento: "No estuve desconectado del todo", prosigió el líder soviético. "La guardia encontró unos transmisores particulares y empezaron a recibir las ondas que llegaban. Pudieron escuchar la BBC. Después conectamos con Radio Libertad, y más tarde con La Voz de América. Por lo menos lo que me decían a mí se refería a la información dada por estas emisoras".

Las noticias recibidas de la pronta parálisis de los golpistas, de sus divisiones internas, agudizadas por la resistencia popular y de las instituciones fueron un bálsamo para la incertidumbre. La información hacía el tiempo más corto al acercar el horizonte en el que se podía recuperar la libertad.

"Hemos tratado de encontrar en los últimos seis años las vías para movernos hacia delante. Los golpistas resultaron estar aislados. El Ejército no les ha seguido. El Ejército no quiso dar ni un paso y nadie quiso hacer nada. Muy pronto comprendieron que habían fracasado", apostilló Gorbachov. El líder soviético continuó así su relato: "Las repúblicas también los rechazaron. Yo tengo que poner aquí a la cabeza la posición de principios del Parlamento ruso, del Gobierno ruso y, sobre todo, la labor tan destacada del presidente Borís Yeltsin".

"Debo decir que hoy también deberíamos recordar la posición de principio de los moscovitas y los habitantes de Leningrado. El país ha rechazado este golpe sangriento", siguió diciendo y añadió: "Ningún referéndum mejor que éste podía mostrar de verdad la postura del pueblo".

"Cuando comprendieron [los golpistas] la posición tan intransigente de Rusia, la república y el pueblo; que el Ejército no les apoyaba y el pueblo tampoco, ellos empezaron a buscar una salida", afirmó Gorbachov. "Me informaron de que vino un grupode gente y que se hallaban en el pabellón del presidente. Querían hablar conmigo y llevarme a Moscú. Ordené que les arrestasen y aseguré que yo no hablaría absolutamente con nadie hasta que me diesen otra vez la conexión con el Gobierno".

Empezar a trabajar

Gorbachov siguió explicando: "Me dijeron que estaban ahí y yo les dije que yo estaba aquí con mi guardia. Y así era. Bueno, fueron 72 horas de una tensión tremenda. De repente, nosotros, en un momento dado, pensamos que nos iban a atacar desde el mar, pero resultó que la flota, por el contrario, me estaban haciendo señales de que querían salvarme. Y no sólamente la marina, incluso aquellos soldados que estaban en la calle participaban"."Después yo ya empecé a trabajar. Dí instrucciones a Moyséyev [jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas] para que tomase las riendas del Ministerio de Defensa y ordenase que el Ejército se reintegrara de inmediato a sus cuarteles. Y ordené que [el anterior ministro de Defensa y miembro de la junta golpista mariscal Dmitri] Yázov fuese destituido y arrestado. Tras preguntar a cargo de quién se hallaba la seguridad del Kremlin ordené que no se obedeciera ninguna orden salvo las mías".

Sin embargo, tras saberse libre, tanto por los golpistas a los que no recibió como por sus partidarios, Gorbachov pensó en no precipitarse: "Decidí no partir hasta que estuviera seguro de que era posible, podía ser atacado en plena calle", afirmó.

Mientras, las agencias de prensa notificaban al mundo informaciones contradictorias: "Ya ha salido de Crimea", decían algunas, mientras otras y a veces las mismas añadían a continuación: "Volará mañana". Era. la tarde del miércoles y Gorbachov analizaba la situación con sus "amigos": "La delegación [enviada por el Parlamento ruso] llegó. Nos sentamos todos y nos dimos cuenta de lo que significa estar unidos y lo que significa estar desunidos cuando se vive en democracia". Poco después, Gorbachov volaba hacia Moscú. Lo más grave había pasado y Gorbachov recuperaba, al menos en apariencia, las riendas de la situación. "No debemos perder tiempo. Tenemos un programa. Tenemos que seguir adelante y resolver nuestros problemas. Esto es lo principal".

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