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Modos distintos de enseñar bajo el sol

Las universidades de verano de Santander y El Escorial se decantan cada una por un estilo

Tal vez ayude a ver la evolución de las dos universidades de verano más destacadas saber que la Menéndez y Pelayo de Santander tiende a invitar a los que van a ser premios Nobel, y la Complutense en El Escorial y Almería es propensa a invitar a los que ya lo son, junto a otros protagonistas. Pueden hacerlo por un sistema de financiación mixto, vanguardia de una era de mecenazgos. Próximo el final de la temporada, y con la suave depresión que tras dos meses de encierro suele afectar a los trabajadores de estas universidades, parece claro que las dos han terminado de perfilar un estilo -distinto y discretamente competitivo-, lo que, mejora los programas.

Ya han pasado los tiempos en que los protagonistas y profetas de la Transición, la Movida y la Post Modernidad aprovechaban las decimonónicas aulas del Palacio de la Magdalena en Santander para airear ideas qué hoy parecen muy antiguas. Junto a sesudos seminarios -que nunca han faltado- se hacían otros de filosofía o historia sobre momentos que aún eran titulares de periódico, lo que motivó sospechas de improvisación. Algún director de seminario hubo que tuvo que regresar desnudo a su habitación porque sus compañeros le habían escondido la ropa en la playa, en un baño de medianoche. Las tertulias se prolongaban hasta tarde, a menudo en los mejores restaurantes de Santander. A los estudiantes candidatos se les becaba no sólo por currículo, por descontado no se pasaba lista, y más de un director de curso pensaba que un seminario de verano es "un rato por la mañana y otro por la tarde"; la lista de conferenciantes era lo más aproximado al quién es quién español del momento, y no forzosamente del mundo intelectual.Hoy el tono es distinto: Ernest Lluch, el actual rector del centro, ex ministro de Sanidad y catedrático de Historia del Pensamiento Económico, de 54 anos, envió recado hace un año a una de sus jóvenes colaboradoras de que sería conveniente no usar minifalda en su trabajo. En los ocho centros de la Menéndez y Pelayo se pasa lista, se impide el paso a los espontáneos, los estudiantes son becados por currículo y en consecuencia son los primeros en exigir un cumplimiento de seis horas diarias de clase. "Creo que eso deja mucho tiempo para otras actividades", dice Ernest Lluch, muy orgulloso, este año, de las qué se ofrecen a sus estudiantes: por ejemplo, una exposición con los fondos de arte moderno del museo Guggenheim de Nueva York. En el Palacio de la Magdalena la vida se acaba con la última hora de clase, y algún veterano se queja de falta de animación. Sin embargo, 70.000 personas han visitado ya las exposiciones organizadas por la universidad.

Cerca de Madrid

Tampoco parece que exista mucha animación social, entre los estudiantes de El Escorial, al menos en los lugares de veraneo. Natalia Rueda, Sagrario Sáez y Charo Rodríguez, estudiantes de 40 de Publicidad, habían alcanzado este verano el tercer día de un seminario sobre Comunicación sin haber pisado aún una terraza, y sin quejarse por ello: estaban demasiado entretenidas en un curso del que estimaban sobre todo, además de su carácter no coactivo, la abundante presencia de profesionales en ejercicio y algunos profesores de su facultad, a cuya conversación, luego, en las comidas, tenían libre acceso. Todas ellas estaban becadas, es decir que no pagaban las 12.000 pesetas del seminario, de cinco días, con todo incluido. Silvia Núñez, una cuarta compañera, veraneante en El Escorial, no estaba becada.

Las proximidad de Madrid -45 minutos de coche- confiere a El Escorial un dinamismo periodístico evidente: Los cursos fueron inaugurados el 11 de julio por los Reyes, aprovechando la apertura del nuevo edificio Euroforum Infantes (reformado por Miguel Oriol según la modernidad que combina sobriedad castellana con cristales y ascensores transparentes, como en el Reina Sofía), y en mes y medio han pasado protagonistas de la política como el presidente González, que habló durante dos horas sobre Latinoamérica para los asistentes al seminario América Latina en su laberinto, y al que también acudieron los ex presidentes Oscar Arias (Costa Rica), Julio María Sanguinetti (Uruguay), Belisario Betancur (Colombia), o el fiscal argentino Julio Strassera. Se pensó incluso en invitar a Fidel Castro. Otros conferenciantes de El Escorial: el premio Nobel de la paz Desmond Tutu, el dirigente negro Nelson Mandela, la viuda de Salvador Allende, el político mexicano Cuauhtemoc Cárdenas, los premios Nobel de Medicina Eccles y Huberl, o el ministro español José Borrell. En Santander, Lluch le pidió en su día al presidente de la Comunidad de Madrid, Joaquín Leguina, que se abstuviera de hacer una comunicación política desde el palacio de La Magdalena, y éste tuvo que hacerla desde un hotel.

No es pues dificil ver coches blindados y diplomáticos ante las sedes de los cursos de El Escorial, que ahora son tres, Infantas y María Cristina, además del Felipe II, antiguó y familiar hotel que ahora aloja sólo a invitados y administración, y en cuya terraza de famosas tertulias se celebran conciertos casi diarios, con tanto éxito que a menudo es necesaria la megafonía: desde María Ostiz o María Dolores Pradera a Alicia de Larrocha o Jean Pierre Rampal. Orgullo de El Escorial es el taller impartido por el violoncelista Rostropovich, y de Santander, el de la cantante Victoria de los Ángeles.

"Es bueno que los políticos comparezcan para hablar de la cosa pública ante una audiencia universitaria, que es crítica y plural", dice José Antonio Escudero, director de los cursos de El Escorial, y para quien existen temas indiscutiblemente políticos, como las autonomías, que requieren un debate universitario. La universidad de verano puede hacer cosas que no puede hacer la de invierno", dice Escudero, catedrático de Historia del Derecho. Y al decirlo, pone el dedo en ,uno de los asuntos más polémicos de las universidades de verano, que es el agravio comparativo de todo lo que pueden si se las compara con las esforzadas universidades de invierno.

La vanguardia del mecenazgo

En la crítica al supuesto alarde de las universidades de verano se suele desconocer que están financiadas íntegramente por capital privado (los cursos de verano de la Complutense), y casi al 50%, la de Santander. ¿Derroche?, preguntan sus responsables. Y sin querer entrar en detalles -pues luego los representantes protestan- cuentan que más de una estrella, musical no ha querido ni siquiera cobrar, o ha reducido su caché a la mitad. Y ello porque el escenario es una universidad.Según sus responsables, los cerca de 850 millones de pesetas que gastan las dos sedes de los cursos de verano de la Complutense -El Escorial y Almería- provienen íntegramente de un acuerdo para cuatro años suscrito con el Banco Central el año pasado y que preveía, como contrapartidas, además de la mención del banco en todo anuncio o programa, la cesión de los derechos sobre una gasolinera y la apertura de delegaciones del Banco Central en el campus de la Complutense. En 1990 esta universidad matriculó a unos 12.000 alumnos, y hasta julio de este año, a 7.312 de los que 1.460 estaban becados. El año pasado se impartieron 58 cursos, y este año, 69. Los honorarios de un participante son de 85.000 pesetas brutas.

En cuanto a la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo, el 1990 su presupuesto fue de 1.112 millones (de los que 548 correspondieron a patrocinios de 130 empresas privadas) y este año, 1.230 millones (de los que 601 son de subvención estatal). Este año impartirán 201 cursos en sus ocho sedes, para 14.328 alumnos. El año pasado se matricularon, más de 12.000. Los conferenciantes cobran en torno a 50.000 pesetas. "Creo en el pluralismo de la financiación porque eso nos da independencia", dice Lluch.

La financiación de un seminario oscila en torno a 4 millones de pesetas. A comienzos de mes, LLuch denunció la no percepción de 14 millones prometidos, según él, por el Banco de Santander para un seminario sobre la ONU que iba a ser dirigido por Jaime de Piniés, ayuda suspendida cuando el banco decidió reducir gastos generales.

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