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GOLPE DE ESTADO EN LA U.R.S.S.

Bush advierte que sin Gorbachov no habrá colaboración con Moscú

Antonio Caño

El presidente de Estados Unidos, George Bush, tomó ayer juramento al nuevo embajador norteamericano en Moscú, Robert Strauss, y le dio instrucciones para que advierta a las nuevas autoridades soviéticas que todo tipo de ayuda económica y cooperación política quedará suspendido hasta la reinstalación de Mijail Gorhachov en el poder. Bush informó que ha hablado telefónicamente con Borís Yeltsin, a quien expresó todo su apoyo.

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El presidente trató infructuosamente de hablar con Gorbachov. El juramento del nuevo embajador, que partirá inmediatamente hacia su nuevo destino, vacante desde hace una semana, ha sido simbólicamente adelantado como un signo del interés de la Casa Blanca por influir en el desarrollo de los acontecimientos en la URSS. Sin embargo, viaja a Moscú pero no presentará credenciales, advirtió Bush.Robert Strauss, una destacada personalidad demócrata que fue inicialmente elegido por Bush para ampliar las relaciones económicas con la Unión Soviética, tendrá ahora la misión de presionar sobre la nueva junta de Gobierno para evitar el triunfo definitivo de la línea dura.

El presidente Bush, después de una primera reacción muy prudente en la mañana del lunes y al término de una ronda de consultas con diferentes lideres mundiales -entre ellos, el presidente del Gobierno español-, definió al final del día una política mucho más beligerante contra las nuevas autoridades soviéticas. Bush expresó su apoyo a las exigencias hechas por el presidente ruso, Borís Yeltsin, y pidió la restauración de los órganos legítimos de poder".

George Bush insistió en que Estados Unidos "no apoyará ningún programa de ayuda económica" mientras subsista la actual situación "extraconstitucional". El presidente norteamericano anunció que la política norteamericana hacia la URSS en las circunstancias actuales estará basada en el criterio de que deben mantenerse en aquel país las reformas económicas y la democratización, así como el proceso de "reconciliación pacífica entre el centro y las repúblicas".

En un gesto de protección a Yeltsin, Bush advirtió que su país respaldará a los dirigentes elegidos democráticamente y que se opondrá al uso de la fuerza para privarlos de su derecho a la libre expresión. También manifestó su oposición al uso de la fuerza en las repúblicas bálticas y exigió a la URSS el respeto a los acúerdos internacionales firmados por Gorbachov.

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No hay órdenes especiales

Tras el juramento de Strauss, Bush regresó ayer a su lugar de vacaciones en Kennebunkport, en el Estado de Maine, actualmente amenazado por el huracán Bob. Antes de eso, Bush mantuvo una reunión con sus principales consejeros para estudiar la crisis. Por el momento, el Pentágono no ha anunciado la transmisión de órdenes especiales para las fuerzas mil¡tares norteamericanas en el exterior, aunque distintas fuentes miencionan aquí la posibilidad de un retraso de los planes de retirada de armas y tropas en Europa. El consejero de seguridad de la Casa Blanca, Brent Scowcroft, ha manifestado que "todavía no existe una crisis militar" para EE UU sino que se trata de "un asunto interno de la URSS en el que no hay nada en lo que Estados Unidos esté directamente implicado". La declaración de Scowcroft, además de procurar serenar los ánimos de una sociedad norteamericana inquieta por la crisis en la URSS, es un reconocimiento de que Washington no cuenta con medios suficientes para modificar el rumbo de los acontecimientos en aquel país.

El propio Bush ha admitido que "hay muy poco que Estados Unidos pueda hacer excepto reiterar, en total cooperación con los aliados europeos, el compromiso con los principlos de las reformas, la apertura y los cambios democráticos". Estados Unidos se muestra tan incapaz para influir en los acontecimientos como, aparentemente, lo fue para prevenirlos.

Por la información de la que el público norteamericano dispone se puede deducir que Bush se enteró del derrocamiento de Gorbachov al mismo tiempo que los medios de comunicación, tema que comienza a ser objeto de debate por parte de congresistas y columnistas, que también empiezan a preguntarse qué hizo el Goblerno norteamericano para consolidar a Gorbachov y evitar el triunfo de los dirigentes comunistas de línea dura.

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