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GOLPE DE ESTADO EN LA U.R.S.S.

Moscú, mantendrá el plan de retirada militar total de Alemania

JOSÉ M. MARTÍ FONT Alemania, el mejor aliado occidental de Mijaíl Gorbachov, reaccionó con estupor ante el golpe de Estado en la URSS. El canciller Helmut Kohl interrumpió sus vacaciones, pidió garantías sobre la seguridad personal del dirigente caído y exigió al nuevo liderazgo de la URSS que cumpla todos los tratados y obligaciones internacionales. Un portavoz militar soviético en Berlín anunció que la retirada de los 272.000 soldados que aún permanecen en Alemania proseguiría según los plazos previstos. La Bolsa de Francfort sufrió una caída de casi un 10%.

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La peor situación que los alemanes podían imaginar acabó por producirse ayer. El canciller Kohl abandonó apresuradamente su residencia veraniega en Sant Gilgen, en los Alpes austriacos, y convoco una conferencia de prensa en Bonn. Acompañado por su ministro de Exteriores, Hans Dietrich Genscher, y por el ministro de la Cancillería, Rudolf Seiters, Kohl leyó un documento de cinco puntos dirigido a los nuevos líderes soviéticos.Kohl exigió que la URSS cumpla todos los tratados y acuerdos internacionales, en una clara referencia a la retirada de las tropas soviéticas del territorio de la antigua República Democrática Alemana (RDA). En segundo lugar pidió el respeto a los derechos humanos fijados en la Carta de París y en el acta Final de la Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE). También pidió que continúe la política de desarme y el control de armamentos.

Kohl recordó que Occidente sólo seguirá ayudando a la URSS si se cumplen estas condiciones y si continúa la política de democratización y reformas. El canciller, que admitió que en los últimos tiempos había llegado a establecer una amistad personal" con el derrocado líder, exigió que "se garantice el estado sano y salvo de Gorbachov". Kohl aprovechó la ocasión para decir a quienes le criticaron por la velocidad con que consiguió la unidad alemana, que el tiempo le ha dado la razón y que no podía dejar escapar "aquella oportunidad de la historia".

Genscher indicó que, pese a los intentos hechos desde su ministerio para conectar con el jefe de la diplomacia soviética, Alexandr Besmértnij, había sido imposible localizarle. Según un funcionario alemán, en Moscú aseguran que Besmértnij está el e vacaciones y no puede ser molestado. Genscher manifestó su convencimiento de que "todos los cambios fundamentales en la política internacional, y especialmente en la política europea, que se han producido en los últimos años son irreversibles".

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Pero la preocupación fundamental de los alemanes se centra en los cerca de 300.000 soldados soviéticos y otros 188.000 civiles que aún permanecen en sus bases en el territorio de la desaparecida Alemania comunista y cuya retirada total debe finalizar antes de finales de 1994, según el tratado Firmado hace un año por Kohl y Gorbachov, y ratificado por el Sóviet Supremo. En Berlín, el teniente coronel Leonid Los, portavoz del llamado Grupo Occidental de la Fuerzas Armadas Soviéticas, estacionado. en Alemania, leyó un comunicado del comandante general, Matvei Burlákov, en el que indicaba que "las medidas para retirar el equipo y las tropas del territorio de la República Federal de Alemania continuarán". Según el comunicado, "las tropas cumplen sus tareas según lo planeado".

En la oposición socialdemócrata, el nuevo presidente del SPD, Björn Engholm, pidió a los países occidentales que defiendan a las nuevas democracias de Europa del Este contra cualquier intento de Moscú de restablecer su influencia en la zona. Engholm, pese a que advirtió contra cuaquier reacción precipitada, insinuó que las relaciones con Moscú deberían "cortarse o limitarse seriamente". Por el contrario, la extrema derecha, los Republikaner, se felicitaron: "La gorbimanía se acabó, y esto acelerará el fin de la política exterior de Kohl y Genscher".

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