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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Una cumbre sin tensiones

LA CUMBRE que empieza hoy en Moscú entre George Bush y Mijaíl Gorbachov va a producir algunos resultados de trascendencia para el futuro de un mundo en paz, y, sin embargo, el ambiente en el que se desarrollará dista mucho de causar la angustia o revestirse del drama de anteriores reuniones entre los líderes de Estados Unidos y la Unión Soviética. Se trata de una cumbre entre colegas y no de una reunión de antagonistas. No hay guerra fría, no hay tensiones a escala mundial, no hay oposiciones ideológicas sustanciales.Probablemente no hay, siquiera ya, dos superpotencias. En realidad, la URSS ha dejado de ser una superpotencia, si se exceptúa lo que atañe a su capacidad bélica, que es precisamente lo que va a reducir uno de los acuerdos que se firmarán en la capital soviética. En efecto, el acuerdo START sobre armas estratégicas de largo alcance disminuirá el potencial militar de Estados Unidos y la Unión Soviética de forma considerable: en tomo al 50% de los misiles balísticos intercontinentales tierra-tierra (ICBM), el 31% de los misiles de la misma clase norteamericanos y el 40% de los soviéticos mar-tierra (SLBM). Para establecer el equilibrio exacto, se permiten considerables incrementos en la producción de los misiles móviles aire-tierra (ACLM) y mar-tierra de crucero (SLCM, lanzados desde submarinos o desde navíos con alcance de 300 a 600 kilómetros). Al Final, sin embargo, el número total de cabezas nucleares se habrá reducido de forma sustancial y el equilibrio seguirá siendo favorable a Estados Unidos. El resumen final es que ambas potencias reducirán su arsenal estratégico en un 30%.

No ha sido fácil alcanzar un acuerdo que ha costado casi exactamente nueve años de arduas negociaciones. Los últimos escollos, superados hace apenas 15 días, tuvieron menos que ver con recuentos de cabezas nucleares que con complejas precisiones técnicas (entre las que destaca la cuestión del control llamado de las "informaciones telemétricas", capacidad que cada partetiene de obtener datos en el vuelo de misiles en prueba de la contraria). Las dificultades han sido allanadas finalmente.

Con START culmina un largo proceso de desarme, iniciado en 1972 con la firma del acuerdo SALT- 1 sobre instalaciones estratégicas y jalonado por éxitos importantes, como los Tratados de Washington, de reducción de armamento nuclear de corto y medio alcance (1987), o el de París, de desarme convencional en Europa (1990). Un proceso que ha estado lleno de altibajos dictados por la cambiante tensión de las relación es Este-Oeste y por el control relativo que han ejercido sobre sus respectivos Gobiernos dos estamentos militares -el soviético y el estadounidense- acostumbrados a desconfiar profundamente uno del otro. Aún hoy puede presentarse la conclusión de la negociación de START como una victoria de Gorbachov sobre su Ejército. Por el contrario, la trayectoria de Bush es menos que impoluta, por cuanto se le ha visto resistirse a acceder no sólo al control del desarme nuclear, sino al igualmente importante control del arsenal químico y bacteriológico. Por lo que se refiere a los arsenales de sus aliados en la OTAN el Reino Unido y Francia, es tema que queda excluido de las previsiones del tratado.

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La remoción de los escollos estratégicos entre Estados Unidos y la Unión Soviética va a permitir que se den algunos pasos realmente importantes. Y no se trata sólo de garantizar la seguridad colectiva. Hace pocos días, la cumbre del Grupo de los Siete reunida en Londres recibió al líder soviético, le escuchó, le dio consejos y empezó a entreabrirle la puerta del mundo .desarrollado. El presidente Bush tiene ahora una tarea más importante: anclar a la URSS al mundo democrático occidental. Es más, reconociendo que Gorbachov, apoyado por un reducido grupo de colaboradores, es el único líder capaz de hacerlo y conociendo la grave oposición interior de que es objeto, debe animar a sus aliados de Occidente a que presten todo su apoyo al proceso de reconversión soviética. Washington ha señalado claramente a Moscú que, desaparecidos los últimos escollos a la firma de START, la concesión a la URSS de la cláusula de nación más favorecida es un hecho. Es un buen principio.

La consolidación de Gorbachov y de sus tesis debe ser evidente para que los ciudadanos soviéticos -aplanados por innumerables problemas y dificultades- comprendan que no deben desviarse del camino emprendido. Por una vez, una cumbre soviéticonorteamericana tratará menos de la lucha entre sistemas que de su colaboración en el futuro.

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