Gorbachov quiere que Yeltsin participe en la cumbre
El presidente de la URSS, Mijaíl Gorbachov, tropezaba ayer con obstáculos de última hora en su intento de dar una nueva dimensión a la primera cumbre soviético-norteamericana tras el fin de la guerra fría, para lo cual quiere tener a su lado a Borís Yeltsin y Nursultán Nazarbáiev, presidentes de Rusia y Kazajstán, respectivamente, en las conversaciones con el presidente estadounidense, Georgie Bush. Éste llegó, con su esposa Barbara, al aeropuerto Sheremetevo, de Moscú, pocos minutos antes de las diez de anoche. Gorbachov les dará la bienvenida esta mañana en la sala San Jorge del Kremlin.
Anoche el líder soviético tenía cita con otro interlocutor: el presidente ruso, Borís Yeltsin, según confirmó Evgueni Primakov, miembro del Consejo de Seguridad de la URSS.Por la tarde, y en contra de lo anunciado por Vitali Ignatenko, el portavoz de Gorbachov, Borís Yeltsin había dicho que no sabía nada de una entrevista en la que participarían Gorbachov, Nazarbáiev, él mismo y el presidente Bush. "Yo no he dado mi aprobación para tal encuentro", señaló Yeltsin, según el cual su única entrevista con Bush es la que está programada para hoy en su despacho del Kremlin.
Miembros del equipo de Gorbachov señalaban que Yeltsin había sido debidamente invitado a las conversaciones dirigidas por el líder soviético. Según estas fuentes, Gorbachov y Yeltsin lban a conversar anoche sobre detalles pendientes del Tratado de la Unión, que fija las relaciones entre el centro y nueve repúblicas dispuestas a firmarlo.
Con problemas protocolarios o sin ellos, la octava cumbre soviético-norteamericana desde que Gorbachov llegó al poder en 1985 -y la décima si se cuentan las reuniones con Bush en París en noviembre de 1990 y en Londres en julio pasado- no responderá esta vez estrictamente al modelo uno más uno, sino al de -uno más cuatro, si se incluye al presidente del Parlamento de Ucrania, a quien Bush visitará en Kiev, el primero de agosto, antes de abandonar el territorio de la URSS.
Las tres repúblicas
De esta forma, las tres principales repúblicas soviéticas, por su territorio y potencial económico, estarán presentes en el diálogo entre una URSS en proceso de redefinición como Estado y EE UU. Bush ha negado que se haya formado un triángulo cuyos vértices son Washington, el Gobierno soviético y los Gobiernos de las repúblicas. "El presidente de EE UU trata con el presidente de la URSS, pero los contactos con las repúblicas son muy importantes", dijo. Cuando Borís Yeltsin estuvo en EE UU, continuó Bush, "tenía tras sí el imponente apoyo de sus electores, y para los americanos esto tiene una enorme importancia". "Pero no creo que esto suponga que existe un triángulo y que tengo que tratar con Yeltsin sobre la misma base que con Gorbachov. La política exterior no se hace de esta manera. Debe haber un determinado orden", señaló el presidente.
Ignatenko manifestó ayer que no se habían previsto reuniones entre Bush y los líderes del Báltico, y que Gorbachov, "corno presidente de la URSS, representa a todos los presidentes, incluidos los del Báltico". El portavoz aclaró que los norteamericanos no plantearon una entrevista entre Bush y los líderes del Báltico y, por tanto, el Kremlin no tuvo necesidad de apoyar u objetar tal idea.
El semanario Komersant reveló ayer que las 15 repúblicas soviéticas, al margen del Gobierno central, llegaron la semana pasada a un acuerdo para dividir entre ellas el fondo de diamantes, oro y divisas de la URSS, así como la deuda exterior de 65.000 millones de dólares.
Los cauces del Kremlin
Tal acuerdo, que incluye la elaboración de un sistema de tarifas aduaneras independiente del centro, empaña los intentos de Gorbachov de mostrar que el Estado soviético evoluciona por los cauces bendecidos por el Kremlin. La autoridad de Gorbachov fue cuestionada ayer también por el ex ministro de Exteriores Edvard. Shevardnadze y afecta a la solemne firma del tratado START, que reducirá los arsenales estratégicos de ambas potencias en un 30%.
Después de entrevistarse con el secretario de Estado norteamericano, James Baker, que llegó antes que su presidente a Moscú, Shevardnadze manifestó al servicio de noticias Interfax que el borrador del tratado START, que se firmará el día 31 de julio, es peor para la URSS que el borrador elaborado cuando él estaba al frente de la diplomacia soviética. "Los problemas principales y más complicados en este tratado fueron resueltos en nuestras conversaciones con el secretario de Estado y en las cumbres", afirmó el ex ministro.
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