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Entrevista:Jaime Paz ZamoraPresidente de Bolivia

"El objetivo de consolidar la estabilidad esta cumplido"

Pregunta. Presidente, en el paso del ecuador de su Gobierno, y apelando a su sentido de autocrítica, ¿qué es lo que no repetiría?Respuesta. Sigo pensando que podíamos habernos organizado mejor para garantizar una inversión pública mayor. Habría hecho un esfuerzo mayor para evitar un conflicto que se dio entre el poder judicial y no exactamente el Gobierno, sino el problema que se planteó en el Congreso entre los partidos que apoyan al Gobierno y el poder judicial. No fue bien llevado, no fue un hecho positivo para el país, aunque comprensible porque forma parte de la transición democrática. Creo que todos hemos aprendido.

P. ¿Cuáles son los objetivos para la segunda parte de su mandato?

R. Está claro que la estabilidad, ese objetivo inicial de consolidarla, está cumplido. Para la segunda etapa, sigue planteado el objetivo del crecimiento, pero de una manera más organizada en el desarrollo social y la modernización del Estado.

P. Usted planteó la tesis coca por desarrollo con relación al narcotráfico y ahora casi se podría hablar de coca por cocaína, porque Bolivia pasa a ser un país productor de cocaína.

R. Eso no está probado.

P. El ministro del Interior parece que reconoció esto.

R. No... Es decir, lo que sí parece ser es que en Bolivia se está empezando a producir más clorhidrato de lo que se producía antes, pero todavía nadie puede saber las dimensiones. Se hizo un operativo importante hace un par de semanas en Santa Ana, donde todo el mundo creía ver la meca del narcotráfico boliviano, y allí, la verdad, nos hemos encontrado con un mundo muy artesanal, muy primitivo. En efecto, ha habido un cambio y Bolivia no es sólo un país productor de materia prima, pero tampoco debemos pensar que se haya puesto en la primera fila.

Narcotráfico y economía

P. ¿No teme que la persecución del narcotráfico tenga una repercusión negativa para la economía?

R. La ha de tener, sin lugar a dudas, porque se ha de consumir menos hoja de coca. El precio de la coca ha de bajar, el campesino ha de cultivar menos y no hay que olvidar que la hoja de coca es el 20% de nuestra producción agrícola, que a su vez es el 22% de nuestro PIB. El hecho de reducir la producción de coca se siente en la economía, pero, gracias a Dios, esto viene en un momento en que la economía boliviana está recibiendo muchas inyecciones financieras internas y externas. En otro momento, tal vez habría sido fatal.

P. Está muy candente el tema de la entrega de los narcotraficantes. Aquí se esboza un cambio de política. Usted no vaciló en entregar al ex coronel Luis Arce a Estados Unidos, incluso dejando de lado la Constitución, y ahora parece que están dispuestos a entenderse según el modelo colombiano.

R. No, no el modelo colombiano, porque en Colombia se maneja la no extradición para terminar con la violencia y en Bolivia se maneja la extradición para evitar que comience la violencia. Ésa es la diferencia. Ahora, en el hecho de aquella extradición [la de Arce Gómez] yo diría que, más que por razones de narcotráfico, fue una especie de... justicia nacional. Se dijo que se hacía como decisión política y no tanto dentro de un marco jurídico. Era una cabeza que el pueblo boliviano pedía casi como simbolismo de 20 años de dictadura.

P. Esto toca el tema del papel de Estados Unidos y del DEA [departamento estadounidense antinarcóticos], que es muy criticado en Bolivia. En la intervención del DEA en el operativo de Santa Ana parece que han golpeado a un oficial de la Armada. Eso fue muy criticado.

R. Es cierto que en casos de guerra siempre hay abusos, desde Bolivia al golfo Pérsico y en donde sea. Sin embargo, no son justificables y, por tanto, hemos tomado mucha nota. Hemos tenido mucho cuidado de que en los casos que se han denunciado los asesores norteamericanos -que según las leyes bolivianas no son más que eso, asesores hayan podido ejecutar otro tipo de acciones. Estamos investigando, pero eso no tiene que entorpecer las buenas relaciones que hay con Estados Unidos.

P. ¿Respiró usted con la marcha del embajador Gelbard?

R. [Se ríe]. Eso es una pregunta... Indudablemente, respiré un tanto, en la medida en que noté que, por distintas razones, el embajador se había ganado en los últimos días de su gestión una imagen un tanto negativa ante el pueblo boliviano. Sin embargo, le debo decir que al mismo tiempo lo lamento, porque, sin lugar a dudas, ha sido un embajador que no ha perdido su tiempo, que ha trabajado intensamente. El es el artífice de una serie de aumentos en los programas económicos de cooperación de Estados Unidos. El mismo día en que ocurrió lo de Santa Ana [incidente con un teniente de la Marina boliviana] él firmaba por 120 millones de dólares para el desarrollo alternativo.

P. ¿Diría usted que la designación de Rico Toro para conducir la lucha contra la droga fue desafortunada?

R. No, fue una excelente decisión, que no la entendieron. Yo conozco mejor que nadie quién es quién en Bolivia. El problema es que en un país en el que todavía estamos en una transición hacia la democracia tenemos muchos estereotipos. Este hombre tenía un cierto prestigio de hombre duro durante los Gobiernos militares, porque él quiso ser presidente de este país a través del golpismo, pero nunca se le ha probado que hubiese sido un delincuente. El país ya lo estaba absolviendo, porque él, en régimen democrático, había sido la primera autoridad cívica de uno de los principales departamentos. Pero, a la hora en que se trató de una tarea delicada como aquélla, hubo reacciones internas y externas, pero yo creo que, sobre todo las externas, desmesuradas.

P. ¿Cómo la que llevó tener que renunciar a su ministro del Interior [Guillermo Capobiancol, también por unas acusaciones de corrupción o narcotráfico?

R. El ministro del Interior [Capoblanco] es un boliviano de buena cepa y no fue necesario que el presidente le dijera absolutamente nada. Cuando él vio la situación que se había creado, a iniciativa propia planteó alejarse del ministerio. No me obligó a que yo tuviese que decírselo pero, efectivamente, creo que su actitud fue oportuna. Le hizo bien al país, porque las dudas que se habían puesto sobre su actividad, en especial en la Prensa norteamericana, eran dañinas para el Gobierno.

P. La última vez que hablamos dijo usted sobre el acuerdo patriótico [MIR-ADN] que los matrimonios de conveniencia a veces duran más que los matrimonios por amor. ¿Este es hasta que la muerte los separe?

R. Más que matrimonio es lo que en Bolivia llamamos sirwiñakuy.

P. ¿Qué es?

R. Sirwiñakuy es una institución muy boliviana, del altiplano y de los Andes, donde los cónyuges conviven de manera absolutamente libre hasta cuando creen conveniente que deben vivir juntos. Es una institución muy moderna y muy civilizada, aunque de antigua data en toda la cultura nuestra. Es un matrimonio de facto, pero muy respetable y con la plena libertad. No existe la figura del divorcio, pero tampoco la del matrimonio como tal. Es una convivencia donde incluso hay hijos, etcétera, pero de plena libertad para, en un cierto momento, marcharse, y también la plena libertad para, si todo funciona bien, seguir, pero sin necesariamente casarse. Es una institución muy interesante y yo diría que es el mejor modelo para explicar lo que está ocurriendo con el acuerdo patriótico.

P. ¿Este acuerdo patriótico soportaría un fracaso en las elecciones municipales de diciembre?

R. No veo por qué tiene que venir el fracaso, pero si viene yo creo que tiene toda la capacidad política para soportarlo.

P. ¿El MIR va a renunciar a presentar un candidato propio en la elección presidencial del 93?

R. No, vamos a renunciar a nada, sino que la voluntad del MIR es elegir candidato conjunto dentro del acuerdo patriótico. El candidato del acuerdo patriótico va a ser del MIR también. Por tanto, no vamos a renunciar a nada.

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