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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Miopía belga

Desde 1987 vivo con mi familia en Bruselas y disfruto de un permiso de residencia especial, dada la condición de mi marido como funcionario europeo.Soy licenciada en Farmacia y especialista en análisis clínicos. En enero de este año, el jefe del servicio de toxicología y monitorización de medicamentos del hospital Clínico de la Universidad Católica de Lovaina me ofreció una plaza vacante como farmacéutica-analista.

Por esta razón, solicité un permiso de trabajo que me ha sido denegado por las autoridades belgas alegando precisamente que poseo un permiso de residencia especial y soy española.

Es imperdonable, a mi juicio, que dichas autoridades no hayan tenido en cuenta la circular de 18 de diciembre de 1987, en donde se establece que los requisitos en materia de permisos de trabajo -que figuran en otra circular anterior y que reúno totalmente- son aplicables "a los cónyuges y menores que vivan bajo el mismo techo que los funcionarios europeos españoles y que deseen trabajar a pesar de que posean un permiso de residencia especial" (el subrayado es mío).

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Dicho rechazo pone al descubierto no sólo las deficiencias que sobre este punto contiene la negociación de la adhesión de España a la CE, sino también, y fundamentalmente, una tremenda miopía por parte de las autoridades belgas. Su cicatería en introducir trabas, sin basejurídica, a los funcionarios comunitarios y a sus familias en el desarrollo normal de sus actividades ciudadanas en Bruselas no conoce límites, y ello a pesar de que el Consejo de Ministros de Asuntos Sociales de la CE del pasado 25 de junio permitirá, a partir del próximo 1 de enero de 1992, trabajar a los españoles en cualquier país miembro sin que tengan que solicitar ningún permiso de trabajo a las autoridades nacionales.

Flaco servicio se le hace a esta ciudad, tan querida por todos nosotros, en un momento en el que se empiezan a sentar las bases de lo que será la Europa de los ciudadanos y, al mismo tiempo, se inicia la batalla por la sede de las diversas instituciones europeas.

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