Correcciones de última hora
P. B., Somnolientos, los hombres del presidente Mijail Gorbachov abandonaban ayer por la mañana el hotel londinense donde se alojan para iniciar una larga jornada de trabajo. Los hombres del presidente (en el sentido literal, pues entre los funcionarios no hay ninguna mujer) se habían acostado tarde y se habían levantado temprano para dar los últimos toques a los postulados que iba a defender su jefe ante los líderes de los siete países más ricos del mundo.
Por la noche, poco después de aterrizar, Gorbachov reunió a su equipo y escuchó las ideas que su brigada de avanzadilla había acumulado durante la cumbre del G-7. Algunas de estas ideas fueron incorporadas al discurso que Gorbachov debía pronunciar en Lancaster House.
Al volver al hotel, poco después de la medianoche del martes, Vitali Churkin, portavoz del Ministerio de Exteriores, manifestó que la postura del líder no había sufrido "ninguna revisión sustancial". Otras fuentes, sin embargo, señalaban que Gorbachov había corregido a fondo su exposición para salir al encuentro de los matices expresados en la cumbre del G-7.
Gorbachov va acompañado de un equipo de expertos económicos que, a la vez, son políticos involucrados en el proceso de decisión. Entre sus acompañantes está Evgueni Primakov, miembro del Consejo de Seguridad de la URSS y hombre de confianza para misiones especiales. También figuran Vadim Medvedev, que fue responsable de ideología en el partido comunista; Vladímir Shcherbakov, primer vicepresidente del Gobierno; Oleg Ozherélev, consejero económico; Stepan Sitorian, vicepresidente del comité de divisas de la URSS, y Ernest Obminski, viceministro de Exteriores encargado de relaciones económicas internacionales. El gran ausente era Grigori YavIinski, el economista radical que, por convicciones o estrategia política, prefirió quedarse en Moscú y acusar a Gorbachov de haber, "adulterado" el plan que le presentó.
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