Libres y sospechosos
El Rey ha tenido que dar un capón en la conciencia de la clase política española, para más inri desde el feudo socialista por excelencia, como es el Sur. No ha sentado nada bien a los prepotentes, que, parcos a las críticas, preconizan la inconstitucionalidad del uso de la palabra por el Rey.Aquí no puede hablar ni Dios, sólo el voto depositado en una urna mil veces corrompida por programas políticos incumplidos. Nadie está a salvo de ser un Mando Delito Flagrante (sic, Juan José Millás), ni siquiera el Rey.
Ahora va a resultar que la democracia a la vez de hacernos más libres nos hace más sospechosos. Consecuencia lógica de, los ideólogos basura.
Lástima que a cada crítica le salga su Torquemada.-
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