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La xenofobia acelera la desintegración

FRANCESC RELEA, ENVIADO ESPECIAL En toda la federación yugoslava viven 28 grupos étnicos. El último censo indica que el 13% de los matrimonios son mixtos étnicamente, aunque existen grandes diferencias entre las distintas repúblicas: un 27,3% en la provincia de Voivodina, un 17% en Croacia, un 13,8% en Montenegro, un 12% en Bosnia-Herzegovina, un 10,9% en Eslovenia, un 9,7% en Serbia, un 8,2% en Macedonia y un 6, 1 % en Kosovo, según datos de la demógrafa Ruza Petrovic.

"Existe un mayor número de divorcios entre los matrimonios mixtos, aunque éstos se dan principalmente entre la población que vive en las ciudades y con un nivel de educación más elevado. Pero también se deben a problemas sociales y al auge del nacionalismo", sostiene la profesora Petrovic. De acuerdo con las estadísticas, unos dos tercios de los hijos de matrimonios mixtos se deciden por la etnia del padre, mientras un 25% elige la de la madre. Los demás se declaran yugoslavos.

Según explica Dusan Janjic, profesor de Sociología del Instituto de Ciencias Sociales de Belgrado, "cuando los movimientos étnicos se politizan, provocan la politización de la vida cotidiana. Hoy todo el mundo habla de política y de nacionalismo. Los nombres de Milosevic [presidente de Serbia] o de Tudjman [presidente de Croacia] están en la boca de todos". Janjic es un ejemplo de la mezcla de etnias existente en Yugoslavia: es serbio, su esposa es croata y su hijo nació en Zagreb, capital de Croacia.

La xenofobia imperante en la actualidad degenera en una gran desconfianza que está teniendo su impacto en la vida cotidiana. "Se producen incidentes en el trabajo, en el autobús. Hay numerosos casos de discriminación hacia los albaneses y zíngaros en Serbia", dice Janjic. Los talones emitidos por una entidad bancaria de Croacia o de Eslovenia no pueden cobrarse en' Serbia, y viceversa. "La semana pasada me telefoneé un amigo de Dubrovnik para decirme que mi casa de la playa ya no me pertenece porque el Ayuntamiento ha decidido incautarla. Sé que a otros serbios que poseían casas en la costa croata les está sucediendo lo mismo", declara un ingeniero serbio que prefiere no dar su nombre.

Los partidos políticos y los medios de comunicación están azuzando la xenofobia, especialmente en aquellos pueblos rurales en los que una comunidad étnica es claramente minoritaria respecto de otra. Bajo el nuevo Gobierno de Croacia, los serbios que viven en esta república no tienen ningún medio de comunicación escrito o audiovisual, y la radio y la televisión croatas no emiten un solo programa serbio. Los periódicos apenas circulan entre las distintas repúblicas. Las autoridades serbias prohibieron las emisiones en su territorio de la cadena federal Jutel y ordenaron desmantelar sus repetidores. Asimismo, el Gobierno serbio retiró el estatuto legal de la Academia Albanesa de Ciencias y Artes de la provincia autónoma de Kosovo, y no da validez a los diplomas que obtienen los estudiantes de enseñanza primaria en las escuelas albanesas.

El ex secretario general de la Liga de los Comunistas y ex representante de Croacia en la presidencia colectiva Stipe Suvar, casado con una serbia, escribía recientemente: "Siento y veo las consecuencias trágicas de lo que sucede en la Croacia democrática. Tudjman declaró que es feliz porque su mujer no es ni serbia ni judía"., Y añadía: "Están resucitando los partidarios de la pureza aria, católica, ortodoxa o islámica aquí en los Balcanes, en la Yugoslavia que se está desintegrando".

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Proceso de 'tribalización'

Todo ello acentúa el radicalismo nacionalista y genera una visión localista y desvirtuada de la realidad, cuyos males son atribuidos siempre al vecino de otra etnia, sinónimo de enemigo. "No es que se pueda hablar ya de libanización, sino de un verdadero proceso de tribalización", enfatiza el profesor Janjie.

En esta confusión, el millón de personas que se sienten yugoslavas, según las últimas encuestas, aparece como un grupo errático cuyo futuro es más incierto si cabe que el de serbios, croatas o eslovenos. Silvano Bolchic es profesor de la Universidad de Belgrado. Su padre, esloveno, era minero en Istria, considerada Croacia. Allí nació su madre y allí le dio a luz. Su esposa nació en BosniaHerzegovina. "No puedo decir que sólo soy croata por mi origen étnico", dice. "Durante más de 30 años mi vida ha estado ligada a Serbia. Estoy de acuerdo en que un esloveno debe tener su Estado, pero yo también tengo derecho al mío, que no es Serbia, Croacia o Eslovenia. Es Yugoslavia. Si éste se rompe, algo que me pertenece se va a romper".

Bolchic dice hablar como el millón de personas que se sienten yugoslavas, como aquellos que "tienen lazos en diferentes partes del país" y como los miembros de las Fuerzas Armadas "que están a favor de mantener Yugoslavia como Estado no por cuestiones ideológicas. Durante su vida como oficiales vivieron en diferentes partes de Yugoslavia, en las que de una u otra forma establecieron lazos. Esta gente no puede reaccionar de la misma manera que un campesino que nunca salió de su pueblo".

Sin embargo, este mismo Ejército del que habla Bolchic tiene más del 60% de oficiales de origen serbio y está movilizando a la fuerza en distintas repúblicas a reservistas que se resisten a combatir en las filas de unas Fuerzas Armadas con las que no se identifican en absoluto.

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