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La honra y 28.000 pesetas

La sentencia antidiscriminatoria del Tribunal Constitucional llega con tres años de retraso al hospital Gregorio Marañón

Ciento treinta y siete limpiadoras del hospital Gregorio Marañón denunciaron en 1985 la discriminación laboral y salarial de que eran objeto. Bajo el lema: "A igual trabajo, igual salario", las limpiadoras afirmaban que el trabajo que realizaban era idéntico al de los peones del centro, pero ellas cobraban 1.775 pesetas menos al mes.

En 1988, el hospital reconocía la equiparación salarial solicitada y suprimía las categorías laborales estrictamente "femeninas". Han tenido que pasar otros tres años para que el Tribunal Constitucional reconozca el derecho a la igualdad -contenido en el artículo 14 de la Constitución- reclamado por las trabajadoras.

La ordenanza laboral vigente en 1985, excusándose en la distinta fuerza física, impedía a las mujeres cubrir la diferencia salarial quitando escombros. Para limpiar se requerían limpiadoras -"categoría de personal femenino"- y para los trabajos rudos, peones, es decir, hombres.

La limpieza no tiene sexo

Para Josefina Nuñez, una de las firmantes de la denuncia,"la diferencia entre peón y limpiadora era absurda: los trabajos que hacían entonces los peones -limpiar cristales, preparar la masa o transportar carretillas- los podía hacer cualquier limpiadora".El Tribunal Central de Trabajo desestimó en primera instancia la demanda, apelando "a la mayor penosidad y esfuerzo fisico que caracteriza a la categoría de peón". A las limpiadoras ya no las detenía nadie: presentaron un recurso contra la "evidente discriminación". Cinco años y nueve meses después, el Tribunal Constitucional les ha dado la razón.

La sentencia llega tarde: limpiadoras y peones ya no existen desde 1988. En aquel año se firmó un convenio colectivo que equiparaba sus salarios y redefinía sus categorías. Las limpiadoras se han convertido en auxiliares domésticos y los peones han desaparecido mientras su trabajo -recogida de basuras, transporte de muebles...- lo realizan los auxiliares de servicios generales.

La redefinición de las categorías parece haber dado la razón a las ex-limpiadoras: un 60% de los auxiliares de servicios generales son mujeres que, a pesar de su "peculiar fuerza fisica", transportan camillas o mueven a enfermos. Eso sí, los hombres no parecen tener idénticas ganas para ponerse a limpiar. De los 603 auxiliares domésticos que actualmente trabajan en el Gregorio Marañón sólo 20 son varones.

Cinco años y nueve meses, con un convenio entre medias, explican la escasa repercusión que la sentencia del Tribunal Constitucional parece haber tenido en el hospital. Para el subdirector de personal la demanda es "un tema histórico, que ya fue solucionado en 1988". El subdirector añade que las repercusiones de esta sentencia "afectarán tan sólo a los centros sanitarios privados, que mantienen la ordenanza laboral con la antigua terminología discriminatoria".

Entre las antiguas limpiadoras que no firmaron -presentaron la demanda sólo 137 de las 500 que trabajaban en el hospital- las reacciones eran diversas. Estaban las arrepentidas de no haberfirmado en su momento; las solidarias que se alegraban y estaban también las que consideraban que el tema no tenía sentido desde hacía tiempo. La mayoría coincidía, no obstante, en reivindicar "para todas las limpiadoras" el dinero que el hospital ha de pagar.

"¡Hemos ganado!"

A pesar de la tardía reacción de la justicia, la euforia de las mujeres firmantes era ayer evidente. "¡Hemos ganado!", repetía a todo el que quisiera oirla Andrea Aguirre. "Poco importa que llegue tarde: ahora tienen que reconocer que teníamos razón".Josefa Palomares, una de las que Iniciaron la demanda, reivindicaba con orgullo la victoria. "Esto lo hemos ganado las trabajadoras independientes, sin necesidad de sindicatos". La honra es la victoria de estas 137 mujeres. La honra y 28.000 pesetas que tendrá que pagarles el hospital para compensar simbólicamente la diferencia salarial denunciada.

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