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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un Eastwood renovado

El Cadillac rosa (Pink Cadillac)Director: Buddy van Horn. Guión: John Eskow. Fotografía: Jack N. Green. Música: Steve Dorff. Producción: Malpaso-Warner. EE UU, 1991. Intérpretes: Clint Eastwood, Bernadette Peters, Timothy Carhart, John Dennis Johnston, Michael Des Barres. Estreno en Madrid: cines Novedades y Palacio de la Música .

Clint Eastwood vuelve a proporcionar materia a propios y extraños para confirmar lo ya muchas veces apuntado: que su cine se rige por la comercialidad -tal vez porque sus filmes son el máximo rédito de su propia productora, la Malpaso-, de manera que a una película buena, incluso excelente -Cazador blanco, corazón negro, Bird- le sigue otra descaradamente alimenticia. Indudablemente, no está El Cadillac rosa a la altura de las mejores películas del pétreo californiano. Para empezar, ni siquiera está dirigida por él, aunque Buddy van Horn es el jefe de segunda unidad de casi todos sus Filmes, y hombre por tanto de toda confianza de la Malpaso.

El Cadillac rosa es una suerte de road-movie criminal que tiene por protagonistas a dos pobres tipos: uno, Eastwood, se gana la vida haciendo chapuzas para una sospechosa agencia de Fiadores Legales de Fianzas -¿tal vez uno de los escalones de la nueva justicia privada americana?-: La otra, la magnífica y tan poco solicitada Bernadette Peters -Dinero caído del cielo -, es la esposa en fuga de un hombre que, no contento con meter la pata cada vez que se decide a hacer "algo importante", se ha echado en la cárcel amigos tan poco recomendables como un grupo de violentos neonazis, la acción no es, por una vez, el sentido mismo del filme, sino más bien la excusa para mostrar lo que, con elegancia insospechada, más parece interesar a Van Horn -o a Eastwood, que tanto monta: la América cutre, kitsch hasta lo insoportable (ahí es nada el Cadillac, ese Rolls-Royce de clase media, y además pintado de rosa); Y aunque la batalla final - deje bastante que desear, el filme se salda con un balance positivo: el humor redime a Eastwood y a su alter ego de defectos de forma que, por una vez, no obstaculizan el espectáculo.

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