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La verdad es una pluma que se llevará el viento

"Se darán cuenta ustedes de que hay unas discrepancias en sus declaraciones. Tomen la palabra y dialoguen, para tratar de llegar a un acuerdo sobre esas discordancias". El presidente repetió una y otra vez la misma frase después de que el secretario leyera las declaraciones sobre las que se planteaba el careo de Blanca Balsategui con María Jesús García Urbina, una amante ocasional de Amedo, y dos periodistas: Melchor Miralles y Ricardo Arqués.Domínguez se presentó como un pincel: bien peinado, chaqueta azul marino cruzada con botones metálicos. Mientras duró la sesión masticó chicle y atendió al despliegue de carácter que hizo su ex amante. Blanca, que es una mujer alta, con exceso de peso, muy maquillada su cara redonda, llegó dispuesta a dar guerra. Se sentó y esperó, como un ave de presa, la entrada de la testigo García Urbina. Blanca venía con una táctica: no dejar que los otros abrieran la boca. A duras penas, Urbina consiguió decir que Blanca le dijo que Amedo y Domínguez eran de los GAL. Fue atacada: "¿Cómo tienes el valor de decir eso?, ¿cómo tienes el valor, María Jesús? Es mentira, como todo lo que dices últimamente; que dices que eres de HB y estás con guardias civiles". Urbina, abrumada dice que se va a marchar y e presidente le asegura que no puede hacerlo. "Se queda y hace el favor de hablar". Y añade, dirigiéndose a Blanca: "Y usted, ahora, se calla".

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Una amiga de Blanca Balsategui le recuerda que ella contó que los policías eran de los GAL

La segunda cuestión que se somete a careo, es la relativa a la bomba. Si Blanca la vio, o lo supo por Inmaculada. Las testigos se reafirman en sus contradictorias declaraciones anteriores. Lo mismo sucede en el careo entre Blanca y los periodistas.

Blanca ha venido al juicio para desdecirse de lo que dijo a Garzón, para intentar salvar a sus amigos Pepe y Michel, a los que nunca nombra por el apellido. Niega que supiera por ellos que fueran de los GAL, niega que viera una bomba. Niega con tal crispación que parece que atacará con las uñas en ristre a alguno de sus antiguos confidentes. El presidente lo impide. Pero los careos se quedan en una pura formalidad y unas cuantas risas de los presentes.

Blanca conoció a Domínguez porque Inmaculada, a petición a Amedo, buscó una chica que entretuviera a Michel, muy nervioso en aquellos días. Blanca, que cumplió su cometido, ha dado versiones opuestas de lo que supo en aquel tiempo, cuando se preparaba el atentado contra Goena. Pero los acusados, que sabían que era posible hacerle cambiar su testimonio, mientras han hablado del rencor de Inmaculada, disculpaban a Blanca. Han dicho que es una pobre chica influida por la perversa. Que lloraba, que Domínguez, enternecido, le aconsejó: "No te preocupes, di la verdad, con la verdad se va a todas partes". En el juicio ella pretende haberlo hecho. Pero la verdad, en este Juicio, flota sobre las cabezas, como la pluma que todo el mundo soplaba para que no le cayera encima.

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