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Los nazis salen de Ias catacumbas

Los grupos ultraderechistas resurgen con fuerza y seguridad en Alemania

La presencia del fenómeno neonazi en la nueva Alemania es cada vez más evidente. La unificación no sólo ha supuesto la eclosión de un potente movimiento abiertamente fascista entre numerosos jóvenes del desaparecido Estado comunista, sino que al mismo tiempo ha dado alas y proporcionado una sorprendente seguridad a los grupos de extrema derecha de la parte occidental del país que habían mantenido hasta hace poco un perfil semiclandestino y que ahora se atreven incluso a manifestarse ante los tribunales que juzgan a criminales de guerra nazis.

En la ex RDA, la sucesión de desmanes protagonizados por grupos de skinheads adornados con parafernalia hitleriana y portadores de banderas imperiales prusianas parece no tener fin. A las palizas a extranjeros, homosexuales y a los abusos y destrozos indiscriminados -saldados en más de un caso con muertos-, se ha unido ahora la profanación de cementerios judíos y la abierta propaganda nazi. La tolerancia de las autoridades locales ha sido ya denunciada por numerosos medios de comunicación hasta forzar a la propia policía de Dresde -la capital neonazi de la nueva Alemania- a investigar a algunos de sus agentes que, en su tiempo libre, trabajaban para organizaciones de extrema derecha.No es un secreto para nadie que estos grupos se mueven sin trabas por la antigua RDA. Se calcula que puede haber un par de miles de militantes activos y más de 20.000 simpatizantes. Se trata, aseguran los sociólogos, de una reacción visceral y probablemente pasajera a la situación que viven los antiguos súbditos del régimen comunista, perdidos sus antiguos valores, sin trabajo y sin esperanzas claras de un futuro. Pero, aunque esto sea cierto, también lo es que los elementos más doctrinarios, los más maduros y concienciados neonazis de Occidente, han encontrado el perfecto caldo de cultivo entre estos desorientados adolescentes del Este.

Han sido los viejos militantes del ilegal NPD y de otros grupúsculos de extrema derecha quienes han organizado a las dispersas bandas de skinheads de la ex RDA, proporcionando la infraestructura y la ideología y adquiriendo con ello una nueva y preocupante fuerza. Por primera vez desde su creación, el organismo de Defensa de la Constitución asegura que hoy día hay más extremistas de derecha que de izquierda en Alemania. Las teorías revisionistas de la historia, aquellas que niegan el holocausto, han encontrado nuevos creyentes.

Carcajadas en los juicios

El pasado miércoles día 26, el juez Herbert Luippold, que presidía en Stuttgart el juicio por crímenes de guerra contra Josef Schammberger, de 79 años, antiguo teniente de las infaustas SS hitlerianas, se vio obligado a enfrentarse con una docena de neonazis que, dentro de la sala, se reían a carcajadas.El sábado 29, una reunión semiclandestina del Nationalistische Front (NF) en la ciudad bávara de Roding, con el atractivo título de Acabemos con el holocausto y el aviso de que "se va a terminar de una vez con la mentira de Auschwitz", fue interrumpida por la policía. Más de medio millar de skinheads se enfrentaron violentamente con los miembros de las fuerzas del orden.

Los historiadores revisionistas, que ponen en duda la muerte de más de seis millones de judíos en una operación organizada meticulosamente por el nazismo y conocida como "la solución final", salen cada vez más de sus catacumbas y hablan en público. "Hay grupos de intereses detrás de todo esto que tan sólo esperan una nueva ocasión para poder insistir en la culpabilidad de los alemanes", explicaba en Stuttgart, frente a la sede del tribunal que juzga a Schammberger, el líder del grupo Nationale Offensive (NO), Christian Senrílaub. Durante el transcurso del juicio, los grupos neonazis marcharon en torno al edificio con banderas imperiales prusianas y pancartas en las que podía leerse: "¿Son siempre los alemanes criminales de guerra?".

Schammberger fue entregado el año pasado por Argentina, donde vivía desde que en 1947 escapó de una prisión austriaca. Durante la guerra, este teniente de las SS y director de los campos de concentración de Przernysl y Mielec, en la Polonia ocupada, se hizo famoso por especialidades tan brutales como dejar desangrarse a las víctimas de Prinz, su perro alsaciano, o partir personalmente con sus manos las cabezas de los niños contra las piedras. El propio Gobierno de Bonn pagó medio millón de marcos (unos 31 millones de pesetas) para quien informara de su paradero.

Algo está cambiando

Cuando el juez Luippold abrió la sesión y empezó por decir que el juicio sería justo, las sonoras carcajadas de una docena de indivi-duos sentados en las primeras filas le interrumpieron. Luippold consiguió imponer silencio con la amenaza de mandarlos a la cárcel, pero lo cierto es que por primera vez algo está cambiando entre los nostálgicos de Adolfo Hitler que se atreven a plantar cara a la justicia alemana, a reírse de la ley. Un detalle muy poco germánico.Pese a que tanto los medios de comunicación alemanes como el Gobierno mantienen una especie de consigna consistente en minimizar siempre el fenómeno neonazi, lo cierto es que actualmente la preocupación empieza a hacer mella en las autoridades. Como muestra de precaución, el Tribunal Constitucional de Karlsruhe ha aprobado recientemente una ley según la cual será delito participar en un mitin o reunión politica con la intención de boicotearla. Se trata de una disposición que se dirige casi exclusivamente a los grupúsculos neonazis, expertos en este tipo de actuaciones.

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