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Nana

El viento gemía, trayendo consigo una nana perversa de polvo y matojos, de basuras revueltas, una nana de muerte. El niño de la foto, con su carita de cadáver bajo la piel oscura, se repetía a decenas, a cientos, a miles. El niño de la foto que vemos cada año, aferrando con los dientes los pechos exhaustos de su madre, es el protagonista de un cuento inverso al de Hánsel y Gretel, que pobló de pesadillas las noches de quienes nacimos antes que el fax e incluso que la penicilina. Recordarán, quienes lo recuerden, que la bruja mala -porque hubo brujas buenas: las quemaron por sabías- secuestró a los dos hermanos y los encerró en una jaula para cebarlos y comérselos después, y que Hánsel y Gretel, que eran muy listos, la engañaban cada día sacando por entre los barrotes un hueso de pollo: "Caramba, qué brazo tan delgado", se decía la bruja. Y seguía alimentándolos, postergando el banquete.El niño de la foto, al natural, tiene un zumbido de moscas en torno a su cabeza, una edad incalculable, toda la vejez y el dolor del mundo en 40 centímetros de agonía absoluta. En la realidad, el niño de la foto se mueve y se queja, se precipita hacia el descanso Final sin otra música que la nana salvaje del polvo y el viento.. Las moscas le sobrevivirán. Diarrea, infecciones, tuberculosis, jinetes cabalgando sobre la malnutrición ya endémica. El niño, los niños de la foto, se están yendo minuto a minuto, sin haber recibido otro don que el peor.

Háganme el favor de imaginar que es su hijo el niño de la foto. No un bulto miserable, sino alguien que tiene nombre, partida de nacimiento, que fue engendrado con ilusión por gente que alguna vez tuvo un proyecto, antes de que todo se torciera, cuando comer no era el único pensamiento posible. El brazo del niño es como un hueso de pollo, pero la bruja está de vacaciones.

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