Otro Ejército

A veces la lentitud de los poderes públicos para enfrentarse a los problemas de la sociedad resulta realmente sorprendente. El poder, en vez de adelantarse a los acontecimientos (como correspondería a un Gobierno socialista), marcha a regañadientes tras ellos, sin planificación ni previsión.En relación con las declaraciones del ministro García Vargas sobre la objeción de conciencia (EL PAÍS, 18 dejunio), llama la atención su preocupación ante la "Indiferencia social" y la falta de condena social" ante la frecuente vulneración de la ley. El titular de un poder democrático no se preocupa, actúa. Porque maneja las encuestas, el Gobierno sabe que esa indiferencia es en realidad reflejo de un cambio en la sociedad española, mayoritariamente contraria al servicio militar obligatorio y a una visión trasnochada de la disciplina. La sociedad conoce cada vez mejor (gracias sobre todo a los medios de comunicación) quién hace las guerras y cómo se hacen (siempre al margen del pueblo y por un número muy reducido de tropas de élite), y por eso apoya a esos delincuentessin víctima.

Por fortuna, el ministro, aunque invadiendo las competencias del de Justicia y con bastantes años de retraso, propone (?) soluciones. Cualquiera que conozca mínimamente el problema (que, desde luego, no es sólo español) sabe perfectamente que, frente a la ineficacia del modelo italiano, la mejor solución es seguir el modelo alemán, articulando un buen servicio civil, para lo cual un mero incremento coyuntural de plazas sería insuficiente, debiendo intentarse una mínima permanencia.

Lugares hay de sobra para prestar servicios útiles a la sociedad sin perjuicio del derecho al trabajo de otros. Para ello sólo hace falta algo que suele faltar al poder: imaginación.-

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