Manolo Sánchez, por la puerta grande
¡Manolo Sánchez, a hombros por la puerta grande! Esta es una excelente noticia para la fiesta. Un novillero a hombros por la puerta de Madrid no es cualquier cosa; por ejemplo, no es grano de anís. La cuestión del relevo de las figuras estaba sobre el tapete, y he aquí que llega un novillero procedente de Valladolid, arma un alborotillo en el coso venteño, abre la puerta grande dicha y empieza a despejar el futuro. Por lo menos el suyo.Manolo Sánchez ya había hecho sonar su nombre entre admiraciones el jueves anterior, cuando se presentó ante la cátedra, la dejó boquiabierta interpretando el toreo a la verónica, más algunas suertes de muleta, y si no cortó orejas se debió a su inhábil manejo del estoque. En cambio, el jueves de su repetición y triunfo, el estoque lo manejó Manolo Sánchez con pericia orteguiana (no la de don José Ortega y Gasset, ni tampoco la de don Domingo Ortega; la de don Rafael Ortega, as de espadas), ganó una orejaen cada toro, sumó dos que es el mínimo contable necesario para abrir la puerta de Madrid, y por ella le sacaron a hombros, entre la general complacencia.
Peñajara / Muñoz, Delgado, Sánchez
Cinco novillos de Peñajara (uno fue rechazado en el reconocimiento), chicos e inválidos los tres primeros y 6º (devuelto al corral por este motivo), 4º bien presentado manejables. 5º de El Álamo, grande, manso y bronco. 6º sobrero de Caridad Cobaleda, discreto de presencia, pastueño. José Antonio Muñoz, de Sanlúcar la Mayor (Sevilla), nuevo en esta plaza: pinchazo bajo y estocada (silencio); media atravesada escandalosamente baja y rueda de peones (silencio). Paco Delgado, de úbeda (Jaén), nuevo en esta plaza: estocada (petición minoritaria, ovación y salida al tercio); media atravesada, tres ruedas sucesivas de peones, pinchazo -aviso-, media y rueda de peones (silencio). Manolo Sánchez: estocada corta (oreja con algunas protestas); estocada (oreja); salió a hombros por la puerta grande.Plaza de Las Ventas, 27 de junio. Menos de un cuarto de entrada.
El poco público que acudió a Las Ventas, poco pero muy aficionado, tenía el talante complaciente y a poco que los toreros mostraran pundonor, ya estaba con ellos. Los novillos y el presidente, en cambio, no le complacieron en absoluto y, tal cual lo sentía, asi se expresaba, a gritos. La afición no se corta ni un pelín. Los novillos, en efecto, chicos e inválidos la mayoría, no valían un duro en este sentido, aunque en cuanto a boyantía sí, y el sexto llegó a valer un cortijo.
José Antonio Muñoz llegó a Madrid con el buen cartel recién ganado en Barcelona y se volvió a marchar sin ratificarlo. En realidad mostró detalles de toreo con ángel en el inválido primer novillo, no los mostró en el más complicado cuarto, y la cátedra prefirió dejar la papeleta en blanco. Queda para septiembre. Paco Delgado apuntó buen toreo con un boyantito novillo y pasó ratos amargos con otro bronco que, por no dominarlo en los primeros pases, se le subió a las barbas.
Vino luego Manolo Sánchez, personalidad, casta y estilo: lances a la verónica sensacionales, muletazos de filigrana, la trincherilla garbosa y el torerísimo cambio de mano, redondos ligados bajando la mano de mandar, menos fuste en los naturales, altibajos. Y, al montar la espada, se convirtió en el Cid Campeador (sin ser burgalés; ya tiene mérito) para abrir la puerta de Madrid y franquearla en triunfo. La afición está queriendo verle de nuevo, pues intuye que aquí hay torero. Y cuando la afición intuye que aquí-hay-torero, es como si se le hubiera aparecido el arcángel San Gabriel anunciando- que el Verbo Divino tomaría carne en sus entrañas sin detrimento de su virginal pureza...
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