Listas de espera

Me dirijo a ustedes ante la aparición, el domingo 16 de junio, de un artículo que con el título de Gran atasco sanitario pretendíarealizar un análisis de la situación de las listas de espera en nuestro país, y ante cuyo contenido me parece necesario puntualizar:

1. Las listas de espera no son, como podría deducirse del citado artículo, ninguna peculiaridad del sistema sanitario español. Existen, y en cuantía muy numerosa, en muchos otros países del mundo, especialmente en la CE y en Europa occidental. El problema es que hay una inadecuación entre la demanda de servicios sanitarios, que crece exponencialmente, entre otros fenómenos por el envejecimiento de la población y las nuevas patologías como el sida, y una oferta de servicios sanitarios que es en España, y en todos los países del mundo, limitada. En esencia, hay dos respuestas que responden a distintos modelos sanitarios para regular esta disparidad entre oferta y demanda; la una, la de los países que han optado por una asistencia sanitaria a toda la población en las condiciones de mayor equidad posible, es la de las listas dé espera; la otra es la de regular el acceso a todas o a parte de las prestaciones sanitarias en razón de la capacidad económica de los ciudadanos, de manera que quien tiene medios suficientes no espera, y quien no los tiene, no tiene nada que esperar. Un sistema genera listas de espera; el otro, desigualdad en el acceso a la atención sanitaria y, al fin y a la postre, menores niveles de salud.

2. Naturalmente que las listas de espera en nuestro país son intolerables, revelando una mala utilización de los recursos públicos, y son en parte causadas por una Administración ineficiente, que ha generado un déficit de determinados especialistas a base de una restricción absurda de las plazas MIR, o que es incapaz de detectar cuántas personas se encuentran a la vez, y por el mismo problema, en las listas de espera de varios hospitales, que tampoco ha sabido diferenciar las listas de problemas importantes de los que no lo son y que mejora con lentitud desesperante la atención primaria, cuyo mal funcionamiento es uno de los generadores de hospitalizaciones innecesarias, etcétera.

3. Sin embargo, el problema actual de las listas de espera debe de abordarse seriamente y no ocultarse, como intentaba el anterior ministro. Para ello serían precisas al menos las siguientes actuaciones, todas ellas al alcance de nuestra sanidad pública:

- Mejorar la atención primaria, asegurando una cobertura universal de la misma.

- Informatizar y unificar las listas de espera al menos a nivel de cada comunidad autónoma.

- Incrementar las plazas de formación de las especialidades deficítarias.

- Asegurar el rendimiento de la tecnología hospitalaria (escáner, quirófanos, etcétera), al menos al 80%.

- Poner en marcha sistemas de cirugía ambulatoria, cirugía laparoscópica, hospitalización a domicilio que mejoren el rendimiento de los especialistas.

- Incrementar sustancialmente el número de camas para media y larga estancia.

Naturalmente que tales medidas no acabarán con las listas de espera, sino que las reducirán y las racionalizarán. Sin embargo, todos debemos de reflexionar cuál es nuestra colaboración en esta situacíón, porque, por ejemplo, ¿han pensado en la cantidad de personas que no son operadas, e incrementan las listas de espera, porque los quirófanos son ocupados o porque se agota la sangre, en esas operaciones estrella que salen en primera plana de todos los medios de comulcación? Y que, en última instancia, se trata de un asunto de prioridades sociales, en el que todos, Administración, profesionales, medios de comunicación y ciudadanos, tenemos que tomar opciones, eso sí, suficientemente documentadas y contrastadas.-