Montañero e hispanófilo
Philippe Marchand es el ministro francés más próximo físicamente a François Mitterrand: la sede de su departamento está justo enfrente del palacio del Elíseo. Cuando EL PMS le comenta ese hecho, Marchand responde con una sonrisa: "Puedo asegurar que en los últimos meses paso más tiempo con José Luis Corcuera que con el presidente Mitterrand y la mayoría de mis compañeros de Gobierno".
A punto de cumplir su quinto mes como titular de la cartera de Interior, Marchand, un abogado e hijo de abogado, de 51 años de edad, sigue sin tener la aparencia ruda e incluso hosca que parece exigir su puesto. Con sus gafas de miope, su barbita recortada y blanquinegra -"la única barba del ejecutivo francés", subraya él mismo-, su traje de chaqueta color pistacho, su aspecto plácido y sonriente, Marchand más parece destinado a ocupar una cátedra universitaria o, puestos a hacer política, el Ministerio de Cultura.
Y, sin embargo, este hombre, que se declara "un militante del derecho y el socialismo", no para de afrontar situaciones duras desde que, el pasado 30 de enero, sustituyó a Pierre Joxe. Los nacionalistas corsos se le han alborotado, los suburbios de París se han precipitado hacia un estallido de violencia juvenil, los aspirantes a conseguir el asilo político han hecho interminables huelgas de hambre y los sindicatos de policía han sacado a las calles a decenas de millares de funcionarios descontentos.
Nada de ello ha impedido al ministro del Interior francés ver cada dos por tres a Corcuera o Rafal Vera, secretario de Estado español para la Seguridad. Para ellos siempre tiene tiempo. Y es que las relaciones con España, dice Marchand, son el "principal aspecto de la política exterior" de su ministerio. A lo largo de este mes de junio Marchand y Corcuera ya han celebrado tres largas reuniones de trabajo -una en Madrid y dos en Luxemburgo-, y la que tendrá lugar en Montignac, en el marco del seminario franco-español, quizá no sea la última del mes.
Marchand explica que el pasado 5 de junio viajó a Madrid "por solidaridad". "Acababa de producirse el atentado de Barcelona y quise expresar con mi presencia física mi horror y el de mi Gobierno". Una semana después, en Luxemburgo, el ministro francés defendió con ardor la candidatura de Madrid a la sede del secretariado permanente del grupo de Trevi. En verdad, Marchand es todo un hispanófilo.
Al cabo de unos minutos de conversación, el ministro comienza a disparar alguna que otra palabra en español. Explica entonces que su mujer, una especialista en la cooperación internacional con América Latina, habla y escribe a la perfección ese ididoma. Y añade en seguida que él mismo conoce bastante bien algunos rincones de España.
Desde hace cinco lustros, Marchand -cuya pasión privada es el montañismo- efectúa excursiones anuales al pico de Aneto y otros lugares del Pirineo aragonés. En sus reuniones con Corcuera y su equipo, Marchand sorprende siempre a los españoles citándoles los nombres de lugares pirenaicos de los que la mayoría ni han oído hablar. "A Corcuera", dice el ministro francés, "le gano de cabo a rabo en geografía pirenaica; con Vera estoy empatado".
Uno de los "fastidios" de su actual puesto, dice Marchand, es el hecho de que ya no podrá efectuar acampadas en sus tres rincones españoles favoritos: el Pirineo aragonés, los Picos de Europa y Sierra Nevada. "Supongo", explica, "que ahora yo también tengo que protegerme de ETA".
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