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El Congreso holandés rechaza una escultura de Jannis Kounellis

Los diputados han calificado la obra de profana, extranjera y carente de belleza

Isabel Ferrer

El Congreso holandés de los Diputados no ha podido superar su primer examen de arte. Divididas entre laicos y confesionales y separadas por sus propios gustos, sus señorías han calificado de profana, extranjera y carente de belleza una obra encargada por el Ministerio de Cultura al artista griego Jannis Kounellis. La pieza debía ser un regalo para la plaza situada frente a la nueva sede de la Cámara.

Los arquitectos responsables del edificio se encargarán ahora de cubrir el espacio vacío porque Cultura no piensa ofrecer otro presente.Un solo esbozo de Kounellis ha servido para transformar a los diputados holandeses en severos críticos de arte. Y en su estreno como tales no han escatimado palabras. En las filas democristianas algunos calificaron las dos piezas geométricas previstas en hierro fundido, acero y carbón, de feo armario. Los liberales centraron su enojo en el hecho de que ningún holandés hubiera sido escogido para realizar la obra. Para los grupos confesionales y la mayoría de la Democracia Cristiana, la estética era lo de menos ante una escultura que emanaba laicismo.

El propio Kounellis, residente en Roma, fue llamado a La Haya para discutir el sentido de su obra. Una vez allí, representantes de la derecha calvinista acabaron preguntándole acerca de la esencia del monoteísmo. La respuesta del artista fue tan escueta como contundente: "Desde que Galileo compareció ante la curia, esto no había vuelto a suceder. Después de todo, un creador no defiende su obra. Deben hacerlo los demás". Uno de los primeros ha sido Rudi Fuchs, director en La Haya del Museo Municipal. Y lo ha hecho negando el carácter "clásico" de la democracia. "Porque ésta no es un fenómeno de la Grecia clásica que requiera una escultura tradicional. También la revolución industrial y sus consecuencias sociales han dejado huellas en el desarrollo democrático en nuestro país", ha dicho.

El carácter laico de la obra de Kounellis había sido precisamente alabado por Hedy d'Ancona, ministra de Cultura, en la misiva donde la ofrecía a la Cámara. Su descripción de la pieza, "que no llevará jinete, ángel ni símbolos del poder otorgado por el cielo sino energía petrificada extraida de la tierra", soliviantó ya a los partidos de inspiración cristiana. Centristas, verdes de izquierda y socialistas votaron por su parte a favor del proyecto.

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