España, a la cola de la competitividad entre los países miembros de la OCDE
España es uno de los países menos competitivos de los 24 Estados miembros (menos Islandia) que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), según el Informe mundial de competitividad, elaborado por la fundación internacional World Economic Forum y la escuela europea de administración INID. El estudio se basa en la atracción a las inversiones que ejerce cada país y en la agresividad de sus empresas en el plano de la competitividad internacional. Con este criterio, Japón encabeza la lista como el país más competitivo, seguido de EE UU y Alemania. España ocupa el puesto 190 por sus desventajas en el mercado laboral, en infraestructuras y en el sistema financiero.
El informe del World Economic Forum, aceptado por la comunidad financiera y los Gobiernos como uno de los más importantes sobre competitividad, es un estudio comparativo sobre la competitividad de los 24 países industrializados que componen la OCIDE (todos menos Islandia). La clasificación se elabora con los resultados de los cuestionarlos enviados a más de 10.000 ejecutivos ,de todo el mundo.En el caso de España, las principales desventajas en materia de competitividad se concentran en el mercado laboral. Ocupa el último puesto de la clasificación en cuestión de desempleo, de incentivos al trabajador, de flexibilidad laboral de organización de la fuerza de trabajo. Según el informe, la difícil situación del empleo en España resta atractivo a las inversiones, tanto nacionales como extranjeras, y reduce la agresividad de las empresas españolas para competir.
Política fiscal
Pero además de flojear en materia laboral, España pierde competitividad frente a los otros países industrializados por lo poco que contribuyen las políticas del Gobierno en materia fiscal, monetaria y de seguridad a crear un ambiente competitivo. En este sentido, el estudio señala la escasa efectividad de la política fiscal, las prácticas desleales, el terrorismo, el lento proceso de desregularización financiera y la casi nula protección del medio ambiente, como los aspectos más negativos de las políticas del Gobierno español.
En cuestión de infraestructuras -factor clave para atraer la inversión-, España está en el puesto 20 de la clasificación, seguida de Grecia, Hungría, y Portugal.
Uno de los aspectos que destaca el informe es la resistencia de las industrias españolas a reciclar los recursos anteriormente utilizados en el proceso productivo. En telecomunicaciones, España está entre los tres países menos desarrollados, y es el cuarto en la peor red de carreteras.
Otro de los factores importantes que restan competitividad a España es el deficiente sistema financiero del país, que dificulta la disponibilidad de capital por parte de las empresas. El informe destaca sobre todo la falta de desregularización del sector y el escaso flujo de capital hacia el exterior.
En el puesto 19 en la clasificación general se le asigna a España porque la balanza de factores negativos puede más que los positivos, que son pocos.
Factores positivos
Entre estos últimos, la economía española se sitúa en el puesto número dos en el crecimiento real del producto interior bruto y en el número uno en la entrada de capital extranjero para adquisiciones y en la apertura comercial del país a las importaciones. Gracias al fuerte crecimiento de la economía española, España alcanza el noveno puesto de la clasificación general en lo que respecta a fortaleza económica interior.
También destaca que, pese a ser muy baja la inversión en investigación y desarrollo, en comparación con el resto el gasto que las empresas españolas destinan a este aspecto crece al ritmo más alto de la OCDE.
Japón, líder en productividad
Japón se mantiene como líder indiscutible de la competitividad mundial. La competitividad nipona está sustentada por una excelente fabricación y tecnología. Es el país con la mejor automatización de fábricas por sus robots industriales. Además, el informe destaca que Japón cuenta "con una mano de obra flexible muy receptiva a esta automatización". Su liderazgo laboral permite a los japoneses tener la productividad más alta del mundo.El dominio de los japoneses en la aplicación de tecnologías de base les ha servido para ser los primeros en la diversificación de su producción. Este país ocupa el primer puesto de la clasificación en casi todos los criterios considerados en el informe. Destacan su comercio exterior, la calidad de sus productos, la flexibilidad de las exportaciones, el flujo de inversiones al exterior, el ahorro y la inversión nacionales, la competitividad de precios y el crédito del sector privado.
Estados Unidos ocupa el segundo lugar. El impacto favorable de las políticas del Gobierno estadounidense en la competitividad es más notable que en el caso de Japón. La amplia libertad financiera contribuye a crear un entorno favorable para la toma de decisiones de los empresarios. EE UU es el país con las mejores infraestructuras, que incluyen los recursos naturales, transporte y sistemas de información.
La recesión ha dejado huella en el coloso americano, que ha perdido posiciones en cuanto a la confianza de los empresarios. Según el informe, el segundo lugar de Estados Unidos se explica mejor en términos relativos. Si se tiene en cuenta el debilitamiento de la economía alemana, que ocupa el tercer lugar, el crecimiento real de su competitividad es más bien flojo.
La escalada más espectacular ha sido la de Austria, que pasa del undécimo al sexto puesto por su atractivo como puerta de acceso al Este.
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