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Etiopía: de las montañas al poder

El nuevo presidente, Ata Meles Zenwi, que cuenta 36 años, empuñó las armas a los 18

ENVIADA ESPECIALTodos han pasado la mitad de su vida en la guerrilla. Los 54 miembros del Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope que componen el nuevo Gobierno provisional instalado en Addis Abeba desde el 28 de mayo pasado pertenecen en su mayoría a la clase media de la provincia de Tigris, tienen entre 35 y 40 años y abandonaron sus estudios para luchar contra el régimen socialista del presidente derrocado. El nuevo presidente, Ata Meles Zenwi, de 36 años, a los 18 dejó sus estudios de medicina.

Ata Meles Zenwi abandonó los estudios en la Universidad de Addis Abeba para formar un movimiento de oposición contra Mengistu, que había diezmado a sus compatriotas, y formar la guerrilla tigriseña que se ha hecho con el poder. La consigna del nuevo Gobierno parece ser la conciliación nacional. Sin embargo, no son pocos los problemas con los que debe enfrentarse. Ante todo, la situación de la provincia de Eritrea, cuyo Frente de Liberación del Pueblo Eritreo demanda la independencia y participa, con ciertos recelos, en el nuevo orden.

Un referéndum en Eritrea ha sido prometido por el Gobierno provisional, que el Frente de Liberación del Pueblo Eritreo ha aceptado en principio, aunque observadores que han visitado la región indican que la secesión puede producirse antes. "Están muy impacientes"..

Dos problemas graves, además del eritreo, acucian a los recién llegados. El primero es la conciliación entre todas las guerrillas. "Una guerra entre etnias podría ser terrible", afirma un observador local. El otro gran problema, endémico en Etiopía, es el del hambre. En este sentido, los puertos de Maswaba y Asab, en el mar Rojo, en Eritrea, son la clave para la llegada de la ayuda internacional.

La semana pasada, siguiendo su pólítica de conciliación, el Gobierno alcanzó un acuerdo con los guerrilleros que controlan aquella zona para que abrieran dichos puertos y-permitieran la circulación de convoyes.

Una dificultad adicional la constituyen los miles de soldados del antiguo régimen que, armados, merodean por los caminos, asaltando y secuestrando vehículos y saqueando las provisiones. Si las tribus llegan a un acuerdo de mutua tolerancia, Etiopía podrá sobrevivir. En caso contrario, será un baño de sangre.

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La televisión, que sólo funciona a última hora de la tarde, invita a la moderación. El presentador de las noticias repitió ayer, en 10 minutos, al menos 12 veces las palabras paz y estabilidad.

De hecho, los nuevos gobernantes no se han mostrado en absoluto revanchistas. Una vez rendido el ejército, capturados los altos oficiales, detenidos los ministros y mandatarios importantes -en espera de juicio-, todas las oficinas, ministerios, bancos y puntos neurálgico de Addis Abeba trabajan como siempre, con los mismos funcionarios, sólo que controlados por delegados del nuevo régimen.

"Parece increíble, pero de un día para otro dejaron de cobrar sus sobornos y la gente tuvo que hacer cola, en vez de usar sus influencias, cuando necesitaba algo", declara a este periódico un residente de nacionalidad italiana.

La ciudad aparece tranquila. Ayer multitud de mujeres aguardaban su turno para recibir queroseno, que había llegado, por primera vez en tres semanas, desde el puerto de Asab. En las calles hay normalidad.

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