Les hablaban de tú
Del toreo que hicieron ayer en Las Ventas los pepeluises se infiere: que a las figuras las llaman de tu y, en un momento dado, hasta de tururú. De tu, porque los pepeluises son tan capaces como ellas (las figuras) de aprovechar toros buenos y hasta son más capaces que la mayoría de ellas (las figuras) de cortarles la oreja. Y, además, mientras ellas (las figuras, casi todas), sólo se atreven (o, a lo mejor, sólo saben) torear metiendo pico y pala, luego pegarse un carrerón al rematar el pase -eso sí, componiendo muchas posturas y dándose aires de Juan Belmonte el famoso día de la corrida de la Prensa-, los pepeluises se parten de risa, les llaman de tururú y para demostrarles lo que vale un peine, van, y se cruzan con el toro, y le adelantan la muletilla graciosa, y se lo traen toreado de delante, y vacían atrás, y sin correr ni nada -como quien no quiere la cosa, ¿sabes?- ya se están trayendo otra vez al toro toreado y todo lo demás.Los pepeluises... Las Ventas, un domingo de junio. Parece que la empresa venteña tenía decidido que este domingo de junio sólo podía torear en su coso quien se llamara Pepe Luis. Menos mal que no hicieron igual con el público, pues había muchos en el tendido que no se llamaban Pepe Luis (entre otros, servidor), y nos dejaron entrar. Ocurrió que querían contratar a Pepe Luis Vázquez -ya habían hablado con Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Martín- y como no fue consentidor, contrataron a José Luis Parada. Pero este pidió la baja por enfermedad y le buscaron un sustituto pepeluis, que resultó ser José Luis Bote. Los pacos y los Juan Nepomuceno lo tenían crudo este domingo de junio en Las Ventas.
Garrido / Vargas, Bote, Martín
Toros de Diego Garrido, con trapío, encastados y nobles en general. Pepe Luis Vargas: dos pinchazos caídos, otro hondo caído, rueda de peones y descabello (palmas y saludos); pinchazo hondo bajo, rueda de peones, descabello -aviso con un minuto de retraso- y descabello (aplausos y salida al tercio). José Luis Bote: estocada perdiendo la muleta (oreja con algunas protestas) pinchazo bajo y otro hondo ladeado perdiendo la muleta (palmas y algunos pitos). Pepe Luis Martín: estocada tendida perdiendo la muleta (oreja); pinchazo hondo caído y descabello (palmas). Plaza de Las Ventas, 9 de junio. Media entrada.
Sin embargo, fue una ventura para degustadores del toreo bueno que entrara en el cartel José Luis Bote pues en algunos pasajes de sus faenas, sobre todo en la primera y cuando de la suerte en redondo se trataba, lo interpretó con auténtica exquisitez. Aquello de cargar la suerte sin trampa ni cartón, embarcar con la suavidad de la caricia y ole, conducir el viaje mediante armónico giro de cintura, ligar los pases sin pérdida alguna de terreno, constituyó el toreo básico de José Luis Bote en la tarde de autos y pepeluises. También es cierto que con la izquierda se acopló menos y que en el quinto no se acopló en absoluto, aunque este tenía tanta nobleza como el otro.
Pepe Luis Martín también hizo una faena por la derecha de gran torería e impecable ligazón al tercero, en tanto que con la izquierda bajaban sus mandos y calidades. Al sexto, único toro no boyante de la tarde, tardo y probón, le porfió con pundonor.
Una palabrita sobre naturales: es costumbre de los toreros sobar y resobar al toro antes de echarse la muleta a la izquierda y entonces, claro, ya tiene prácticamente agotada la embestida. Eso hicieron los pepeluises mencionados pero más acusadamente Pepe Luis Vargas, que exprimió las posibilidades derechacistas de sus nobilísimos toros y cuando quiso torearlos al natural ya estaban con la lengua fuera. No obstante, el derechacismo de Pepe Luis Vargas era también toreo del bueno, ofreciendo el medio-pecho según ponderaban los clásicos, la patita l'ante. Bien es verdad que a continuación no se decidía a ligar, pero la afición comprendía estas limitaciones en torero tan castigado por los toros y que tan poco contrata.
En realidad la afición estaba muy contentita: sin necesidad de empeñar la nevera para conseguir una entrada, había visto cómo hacían el toreo bueno unos toreros que a las figuras les pueden hablar de tu y hasta de tururú. La propia afición cabal les podía hacer tururú a esos aficionados de pacotilla que por estar en la isidrada eran capaces de pegarse con su padre y en cambio ya no vuelven a Las Ventas, pues se lo perdieron. Lo cual les estuvo bien empleado, por malos aficionados y por parricidas.
Babelia
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